Escribe un comentario donde plasmes como valorar su pureza del cuerpo y de los demas (minimo 15 reglones)
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Existen muchas personas que no reconocen el valor de nuestro cuerpo como algo sagrado, como parte de nuestro propio ser, como parte de nuestra dignidad, de nuestro valor como personas humanas.
¿Conocen a alguna persona humana sin cuerpo humano? Se es persona por el alma humana y por el cuerpo humano. Por lo tanto, el cuerpo es sagrado, es el medio material que Dios nos ha regalado para poder realizar miles de obras buenas y nunca se le debe despreciar considerándolo como un estorbo o como un objeto con el que puedo hacer lo que se me antoja.
Como ya se habrán dado cuenta, su cuerpo actual es muy diferente al que tenían de niños. De pronto, a los once a doce años empezó a cambiar, interna y externamente. Los cambios externos los han notado claramente, pero no así los internos. Es entre los doce y los dieciséis años la etapa en donde se nota más su crecimiento, su cambio exterior desde tu nacimiento. Es el momento en que maduran físicamente. Esto significa que al final de esta etapa han llegado a ser, en el aspecto físico, unos hombres (o unas mujeres) "hechos y derechos".
En los hombres, el cambio más notable es que aumentó su estatura y su peso; vino el rápido crecimiento de sus huesos largos del cuerpo: un "estirón" repentino. Su voz cambió y se volvió ronca. Se ensancharon sus hombros y se desarrollaron sus músculos. Los "niños flacuchos" que eran hace unos años, de pronto se convirtieron en unos "hombretones fuertes y vigorosos", capaces de realizar los deportes más difíciles y de llevar a cabo los trabajos más rudos. Todo su cuerpo se ha preparado para que puedan llevar a cabo su misión como jefes futuros de una familia, misión que requiere de mucha fuerza y mucha valentía, pues a ustedes, hombres, les corresponderá velar porque nada falte en su familia; no sólo casa, vestido y sustento, sino principalmente la seguridad que solo dan el amor y la disciplina. Por todo esto, es muy importante que aprovechen todas las fuerzas de su juventud para prepararse para ser cada uno, "el mejor de los padres": estudiando, haciendo deporte, trabajando, para fortalecer su cuerpo y su espíritu.
Las mujeres tuvieron también sus cambios, bien diferentes a los de los hombres: aumentó su estatura, mas no tanto como la de ellos, crecieron sus pechos, sus caderas se redondearon haciendo parecer más delgada la cintura y de pronto, las "niñas regordetas" de hace unos años, que jugaban futbol y canicas con los niños, se convirtieron en unas mujeres delicadas y femeninas. Con todos estos cambios físicos, su cuerpo se ha ido preparando para la grandiosa misión de la maternidad: Dios quiso que el cuerpo de la mujer fuera el "nido" caliente y amoroso donde recibieran de Él la vida los nuevos seres humanos, y le dio la forma adecuada y perfecta para que estos nuevos seres se sintieran protegidos y amados desde el momento de su concepción.
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