• Asignatura: Castellano
  • Autor: Anónimo
  • hace 4 años

describan el odio en 150 palabras

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Respuesta dada por: fenixm68
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A pesar de que algunas de sus manifestaciones, como el lenguaje del odio ocupan un creciente espacio en los medios de comunicación, el concepto de odio actualmente permanece poco analizado. El odio es una emoción humana que consiste en desear causar mal, como mal, a una persona, o un género de personas o animales u objeto, tiene tendencia a ser permanente circunstancia temporal y frío y podría tener como causa la ira que “crece hasta el odio”, la envidia, el resentimiento o el asco causa El odio está vinculado a la enemistad y la repulsión. Las personas tratan de evitar o destruir aquello que odian. En el caso del odio hacia otro ser humano, el sentimiento puede reflejarse a través de insultos o agresiones físicas.

Por lo general, se considera que el odio es lo opuesto al amor. Hay quienes creen, sin embargo, que del odio al amor hay un paso (y viceversa), ya que el odio siempre está dirigido hacia alguien que se considera importante y que moviliza al individuo. En este sentido, lo contrario al amor sería la indiferencia y no el odio.

Precisamente, el odio no deja de ser un lazo con la otra persona, aunque no sea uno sano sino que represente una profunda decepción y, muchas veces, un deseo de venganza. Independientemente de las frases hechas, en la mayoría de los casos realmente se odia a quien se haya amado o al menos respetado muchísimo, y por eso se relacionan estos sentimientos aparentemente opuestos.

El odio no siempre es irracional. Es normal odiar a quien nos hace sufrir o amenaza nuestra existencia. Por ejemplo: “Odio a los asesinos de mis padres”, “El funcionario que robó el dinero que iba a ser destinado a la construcción de un hospital se ganó el odio del pueblo”. Lo que resulta sano es transformar esa energía negativa en una acción positiva (exigiendo justicia, en el caso de los ejemplos mencionados).

Los padres se encuentran entre las primeras personas que podemos llegar a odiar, aunque más no sea de forma pasajera para «entrenarnos» en este sentimiento tan amargo. La relación con ellos es única e irrepetible, porque son los primeros adultos que conocemos, nuestra referencia para el futuro, quienes nos protegen y nos enseñan nuestras primeras palabras, a caminar, a leer y escribir, etcétera. Los consideramos dioses, seres perfectos que jamás nos fallarán; cuando lo hacen, la decepción es imposible de contener, y muchas veces se convierte en odio.

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