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Dado que, en el campo de la evolución, se encuentran muchas discusiones que, al final, se resuelven en meros problemas de terminología, conviene
precisar el sentido con que emplearemos los diversos términos en este texto.
Cuando empleemos el término evolución, nos referiremos exclusivamente a lo que, en bastantes ocasiones, se denomina macroevolución, es decir,
al hecho de que seres de una especie produzcan seres de otra especie por generación1
.
Esto es distinto de lo que se suele conocer como microevolución: el hecho de que las sucesivas generaciones de los seres de una especie puedan tener
variaciones morfológicas o funcionales entre ellas. Este fenómeno daría origen
a las variedades y razas dentro de una especie.
La evolución no es un suceso observado sino deducido. Dado el poco
tiempo de observación que llevamos de la naturaleza en comparación con el
tiempo de existencia de vida sobre la tierra, es muy difícil que haya comprobación fehaciente de ella. Pero, dado que se ha demostrado la imposibilidad de la
generación espontánea, la deducción es que los seres vivos han debido tener su
origen en el pasado del mismo modo que ahora: a partir de otro ser vivo. Y, vista la evidencia de que no viven actualmente determinados seres vivos de los que
encontramos restos, ni existen restos antiguos de muchos seres vivos actuales,
se deduce que, en el pasado, seres de una especie han dado lugar a seres de otra
especie por generación.
Llevando este razonamiento hasta el final, se llega a la conclusión de
que los seres vivos han comenzado a existir a partir de sustancias y reacciones
químicas presentes en una remota edad de la tierra. Obviamente, las condiciones de dichas épocas debieron ser bastante distintas de las actuales, pues
ahora, como hemos dicho, no se observa generación espontánea. Ésta debió
suceder en el pasado. Actualmente, sin embargo, no se emplea en ciencia la
expresión «generación espontánea» para señalar el origen de los seres vivos a
partir de material preexistente, y se prefiere hablar de «origen de la vida», expresión que a veces hace pensar en una explicación completa que desecha la
noción de creación.