Respuestas
Respuesta:
Hace unas semanas, el 13 de agosto, fue el aniversario de la caída de Mexico-Tenochtitlan —fecha histórica que cambió el rumbo y destino de los mexicanos. A propósito, Pedro Salmerón hizo en Facebook una pregunta abierta: “Cuauhtémoc-Cortés. Pienso (hipótesis) que en lugar de elegir el mito de la heroica derrota y el malvado conquistador ajeno a nosotros, se pudo construir un mito fundacional doblemente épico, basado en una heroica resistencia y en una audaz aventura… Elegir ambas como raíces de dolorosa construcción, entendiendo su carácter mítico: ¿cuántos de ustedes creen descender de los mexica?, ¿por qué se nos construyó la idea: los mexicanos descendemos de los mexica?”
Comencemos por plantear que una de las incógnitas en el corazón de los mexicas fue si sus dioses los abandonaron o los castigaron con esa derrota irreparable. Si bien Cuauhtémoc fue el tlatoani que tuvo la deshonra de rendir el imperio, la figura de Moctezuma II es la más relevante en este proceso histórico. ¿Tenemos indicios de la opinión de los dioses respecto de la conducta del gobernante? Si, en el libro XII de la obra de Sahagún. La crónica nos narra cómo el tlatoani, temeroso ante la presencia de los extranjeros en los confines de Anahuac, envió a sus mensajeros, quienes toparon con “cierto borracho [que] tropezó con ellos en el camino. […] Estaba como borracho, se fingía ebrio, simulaba ser un beodo. […] Y no hizo más que lanzarse hacia los mexicanos y les dijo: ¿Por qué, por vuestro motivo venís vosotros acá?, ¿Qué es lo que hacer procura Motecuhzoma? ¿Es que aún no ha recobrado el seso? ¿Es que ahora es un infeliz miedoso? Ha cometido errores: ha llevado allá lejos a sus vasallos, han destruido a las personas. Unos con otros se golpean; unos con otros se amortajan. […] ¿Por qué en vano habéis venido a pararos aquí? Ya México no existirá jamás! ¡Con esto, se le acabó para siempre! […] No era un cualquier ese… ¡ése era el joven Tezcatlipoca! (dijieron los enviados).” Y luego reflexionaron: “los principales […] ya no le hacían caso, sino estaban airados, ya no le tenían acatamiento, ya no estaban de su parte. Ya no era obedecido.”
Tezcatlipoca, el dios que todo lo da y todo lo quita, señalaba por boca del borracho el paulatino desprestigio del gobierno que no hizo sino debilitar sus alianzas y generar división y encono entre los suyos hasta enfilarse a la derrota como destino fatal.
Las crisis en las clases dominante siempre se parecen. Casi quinientos años después, el 1 de julio del 2018, vimos al presidente Peña Nieto y a su gobierno derrotado en la contienda electoral por haber cometido errores graves durante su gestión. ¿Tezcatlipoca abandona a esos políticos? ¿Los castiga por ello? ¿Es la deidad fiel al sentir profundo del pueblo y quien pone en jaque a los malos gobernos? Parecería que los dioses de nuestro cosmos permiten excesos y abusos, pero hasta cierto límite. Después son implacables con los descarriados, quienes terminan de carroña para el siguiente gobierno. Los ejemplos sobran.