• Asignatura: Historia
  • Autor: Anónimo
  • hace 4 años

¿Qué otro imperio mesoamericano aún faltaba conquistar por Hernán Cortés?


Anónimo: en 1521, Hernán Cortés, al mando de un reducido grupo de españoles y de una coalición de pueblos indígenas, conquistó la ciudad de Tenochtitlán, poniendo fin al poderoso Imperio azteca

Respuestas

Respuesta dada por: a5120
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Respuesta:

Hernán Cortés deja atrás Veracruz y se interna en territorio enemigo de los mexicas. Los tlaxcaltecas, esos bravos guerreros que desean quitarse el yugo azteca y viven en los márgenes del imperio, visten telas burdas y comen sus alimentos sin sal, debido a que el control de la misma está en manos de los mexicas y sus aliados. Comer sin sal será uno de los castigos más grandes para los españoles, acostumbrados a condimentar sus alimentos con mucha de ella desde siglos atrás.

Los tlaxcaltecas atacan a los españoles, capturan y destazan a un caballo, animal desconocido en estas tierras. Comprueban que los recién llegados sangran, no son dioses, y que esos seres monstruosos de cuatro patas y cabeza descomunal son, al fin y al cabo, animales de carne y hueso.

Después de varios encuentros, altercados y ataques seguidos de reiteradas disculpas (táctica bien diseñada por los caciques tlaxcaltecas), Cortés logra la fidelidad de los cuatro señores que gobiernan el reino de Tlaxcala. Esa alianza será crucial para el triunfo futuro de la conquista. A su vez, estos indígenas encuentran en el capitán extremeño la única manera de enfrentarse a sus peores enemigos y, con suerte, derrotarlos para siempre.

Los mensajeros de Moctezuma que se habían acercado a Cortés en Veracruz lo conminan a no confiar en los tlaxcaltecas, aunque sin éxito. Al no conseguir alejarlo de sus enemigos, le aconsejan acercarse a Tenochtitlan pasando por Cholula, ciudad próspera de comerciantes y sujeta al poderío mexica.

Cholula es populosa y parece recibirlos con agrado. Pero la indispensable Malintzin, interceptada por una anciana debido a su belleza, se entera de una emboscada que los guerreros intentan tender a los españoles. La mujer le ofrece salvarla de la matanza y casarla con un hijo. Malintzin accede en apariencia y le dice que solo irá a recoger sus pertenencias. Avisa a Cortés sobre la trampa. El español no lo piensa dos veces y, sin piedad, ordena la matanza de los guerreros completamente desarmados. Durante varios días, los tlaxcaltecas se ceban en la rapiña y el despojo de sus enemigos derrotados. Sometidos los cholultecas, Cortés y sus hombres avanzan, ahora sí, con el camino libre hacia la gran Tenochtitlan.

Los hombres han cruzado selvas, bosques, valles; han ido del calor sofocante de Veracruz al frío paso entre los volcanes nevados que cierran la cuenca de México. Algunos, despojados de sus armaduras, se han abrigado con pellones, una especie de abrigo de plumas de fabricación indígena.

La mayoría va caminando, pues solo hay poco más de una docena de caballos. Los tamemes (cargadores) tlaxcaltecas arrastran los pesados cañones y las piezas de artillería durante kilómetros.

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