• Asignatura: Historia
  • Autor: castiblancoedison5
  • hace 4 años

Alguien me haria el favor de hacerme una opinion personal sobre este texto pls
Caudillismo: la raíz de los
problemas en América Latina
¿En qué se aleja Paraguay de Suiza? ¿O Bolivia de Noruega? ¿Cuáles son las
diferencias reales entre Ecuador y Singapur? Algún distraído apelará a los
recursos del primer mundo – en contraposición a los de América Latina –
incluso a sabiendas de que el continente que habitamos es más rico en lo que
a patrimonio medioambiental refiere. Sólo una bien administrada Argentina
podría alimentar a una quinta parte del planeta. Otros caerán en la más que
tentadora trampa de culpar a los gobiernos latinoamericanos (con sus
inacabables historiales de corrupción, autoritarismo, despotismo y represión) de
esta rueda de tiranía y pobreza de la que no parecemos poder salir.
Los más ingenuos señalarán a “los imperios” (primero los europeos, luego
Estados Unidos) como los únicos culpables de la miseria constante que nos
acecha (y de todos nuestros males, pasados, presentes y futuros) con pocos
intervalos de bonanza que han visto la luz gracias a tal o cual revolución. No
hemos sido más que víctimas de brutales saqueos materiales y culturales, de
una opresión infinita en la que, tal como nos enseñó Eduardo Galeano a través
de sus numerosos e históricamente imprecisos panfletos, nosotros somos
evidentemente los buenos y los de afuera, los viles explotadores. Este último
es sin dudas el grupo más equivocado, claro está.
El mal de América Latina no se presentó de forma repentina en 1492. Nuestro
cáncer forma parte de nuestro ADN hasta el día de hoy, y no seremos capaces
de atacarlo si no nos atrevemos a reconocerlo. Lo que nos aqueja y desdobla
es nuestro amor (amor sincero y absoluto) por el caudillismo.
Vale aclarar que no es el objetivo de estas líneas analizar a los caudillos ni sus
sendos roles en la historia de cada nación del continente. El problema, reitero,
es nuestra relación patológica con el caudillismo, no el caudillo en sí.
Primero es menester definir a nuestro enemigo. La Real Academia Española
define al caudillismo como “régimen de caudillaje”, y al caudillaje como “mando
o gobierno de un caudillo” o “caciquismo” – locución que delata ya cierto el
caos inevitable. Hemos desarrollado, de México a la Patagonia, idolatría por el
liderazgo – y erradicado (de nuestras tierras y pensamientos) cualquier indicio
de libertad. En América Latina no queremos ser libres, queremos un buen jefe,
un cacique que nos muestre el camino – que no permitan los cielos que
lleguemos por nuestros propios medios. Esto no es un llamado a la anarquía,
sino al equilibrio. Una y otra vez hemos sido testigos de cómo los mismos
hombres que nos endulzaron en promesas e ideales terminaron (con nuestra
seguridad, independencia y liberación como excusa) enfrentándonos,
robándonos y hambreándonos en sus ansias de poder.
Dejar atrás el concepto de caudillo es un reto interesante porque el latino suele
creer que es una manifestación de algo positivo. El problema, para los
latinoamericanos, no es el caudillismo, sino simplemente sufrir un caudillo
malo. Tan positiva creemos que nuestra obsesión con potenciales salvadores
que Mauricio Macri no lleva dos años en la Casa Rosada y ya se habla de
“macrismo”, que es lo que salvó a los argentinos del “kirchenirsmo”, que por su
parte “salvaron” al país del “menemismo”. Me ha llevado más tiempo a mí
escribir este párrafo que a los argentinos crear un “ismo”. Y es deseable
pertenecer a un “ismo” pues me define en tanto ser humano y, por sobre todas
las cosas, me aleja de aquel otro “ismo”, en el que todos son malos. Tan
maravillados estamos ante las juradas virtudes de nuestro caudillo que somos
incapaces de cuestionarlo, de ponerlo en tela de juicio. No logramos absorber
la idea de contratar un administrador general por cinco años que luego, como
corresponde, pase a la historia en el (casi) anonimato.
El por siempre inigualable Jorge Luis Borges dijo una vez “viví en Suiza cinco
años y allí, nadie sabe cómo se llama el presidente. Yo propondría que los
políticos no fueran personajes públicos”. Esperar por un salvador que nos
rescate (del caos en el que nos metió el último salvador que prometió
rescatarnos) e hinchar por él cual futbolista es una de las actitudes más
irresponsables, ignorantes y tercermundistas que podemos desarrollar en tanto
individuos. América Latina no necesita progresismo, necesita progreso.
América Latina no necesita veinte buenos caudillos; necesita 605.354.000
individuos libres que puedan producir lejos de la amenaza de la corrupción y la
burocracia.

Respuestas

Respuesta dada por: arguetagomezbristher
8

Respuesta:

yo también busco la respuesta que mal:(


escalantthiago: que habria pasado si argentina hasta el dia de hoy tuviera un gobierno español
escalantthiago: me respondes eso es para un trabajo
escalantthiago: si lo sabes
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