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Respuesta:
El difícil y firme camino hacia la igualdad
Casi sesenta años pasaron desde el 11 de noviembre de 1951, cuando las mujeres
argentinas pudieron ejercer libremente su derecho a votar, hasta que en mayo de 2007 otra
mujer, Cristina Fernández de Kirchner, por vez primera en la República, fue consagrada
como presidenta por el voto popular.
Dos hechos vitales y más de medio siglo entre medio, que no hacen otra cosa que poner
en evidencia un camino a esta altura irrevocable: las mujeres argentinas están destinadas a
sostener y profundizar las conquistas que les aseguran el respeto irrestricto de todos y cada
uno de los derechos que como ser humano le asisten.
Por acción u omisión, nadie en este país está exento del delicado gravamen colectivo
que impone la obtención de una auténtica igualdad y equidad entre hombres y mujeres en
todos los aspectos de la vida.
Pero es una responsabilidad y hasta una obligación moral e histórica, que todos los
argentinos, en especial aquellos que tienen competencia en el diseño de las políticas
públicas, nos comprometamos a contribuir decididamente con aquel noble fin.
En ese sentido, considero que el único camino posible hacia la deseada igualdad, está
conformado por un inevitable proceso político que exige un importante cambio cultural,
con el fin de dejar atrás la imagen histórica sobre mujeres y varones y abrir el paso a una
nueva forma de pensar, que entienda que todos por igual somos imprescindibles para la
vida.
Esta interesantísima investigación, concretada por María Cristina Perceval, aborda
“Derechos humanos de las mujeres en la Argentina. El camino hacia la igualdad” desde
un agudo análisis en torno a la relación ambivalente de la mujer con el Estado, cuyos
principales representantes, está claro, deben ser los encargados de promover, impulsar,
gestionar y ejecutar acciones concretas que contribuyan a identificar oportunidades y
herramientas para la equiparación de los derechos.
Derechos humanos de las mujeres en la Argentina
Resulta muy elocuente que en materia de género se han dado avances notables. Pero lo
datos aquí contenidos nos hablan de persistentes condiciones de desigualdad, expresadas
no tanto desde el aspecto normativo, sino más bien en cuestiones referidas a pautas y
valores socio culturales que obligatoriamente debemos modificar.
Por eso considero un hecho vital mantener activas las alertas; y celebro la presente
edición porque contribuye a sostener el tema en la agenda pública.
Explicación: