Respuestas
Respuesta:
Imaginamos un día de agosto de estos en que el sol
resplandece en medio del cielo. Juan pasea por la playa,
sobre el suelo caliente. Se detiene para llenar su cubo de
arena. Quiere hacer un castillo en la orilla. Su hermana,
María, se baña en el mar. Entre ola y ola se mira los pies.
Ve venir una medusa. Asustada, sale del agua buscando los
brazos de su madre.
El cubo lleno de arena, el agua del mar, la medusa, Juan,
María… es evidente a simple vista que estos personajes que
comparten un día de playa de agosto son muy diferentes.
A pesar de tener tan claras las cosas que los diferencian,
es un hecho que todo aquello que compone un ser humano lo
podemos encontrar en cualquier puñado de arena. Igualmente,
si nos adentramos en la composición de una medusa, en todo
aquello que la forma, encontraremos poco más que mucha
agua.
Entonces os preguntaréis: ¿por qué percibimos estos objetos
y seres como radicalmente diferentes?
Básicamente porque, a pesar de estar compuestos por los
mismos “ingredientes”, estos aparecen en diferentes
proporciones y combinaciones.
Todos los seres vivos y objetos de nuestro entorno están
constituidos por átomos: las personas, los animales, las
plantas… Incluso las cosas más gigantescas, como los
océanos, los continentes y el cielo, están formados por un
conjunto inmenso de átomos.
Estos diferentes átomos forman los elementos de la
naturaleza. Serien como los ingredientes de una receta
llamada Universo.
Juntando muchos y muchos átomos de helio y encendiéndolos,
podríamos cocinar una estrella como el Sol. Juntos, este
conjunto de átomos individuales darían como resultado el
elemento Helio.
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