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1. Decide cuánto tienes que ducharte
Parece que no ducharse todos los días es de guarros, pero no hay nada de cierto en esta afirmación. La ducha diaria es una buena costumbre si vivimos en una zona particularmente cálida y húmeda, hacemos deporte todos los días o desempeñamos un trabajo físico. Pero no hay ninguna razón para ducharnos todos los días de inviernosi trabajamos en una oficina y no desprendemos ni una gota de sudor.
El agua y los geles de baño producen daños en nuestra piel y cuero cabelludo, resecándolos e impidiendo la generación de las sustancias segregadas de forma natural para protegernos de infecciones. Está bien ducharse cada dos días, pero una frecuencia mayor es innecesaria.
2. Regula la temperatura
Sobre todo en invierno es muy tentador ducharse con el agua bien caliente, pero no es una buena idea para nuestro cuerpo. El agua demasiado caliente elimina la grasa natural de nuestra piel, y la deja seca y vulnerable. Lo ideal es ducharse con agua templada. ¿Y cuánto es templada? Entre 35 y 37 grados centígrados. Esto además te permitirá ahorrar energía, así que es bueno para ti y para tu bolsillo.
3. Lávate la cara
La ducha es el lugar perfecto para lavarte la cara, especialmente si usas algún tipo de limpiador especial. El agua templada abrirá tus poros y facilitará la limpieza. Eso sí, aplica tu limpiador con las manos secas antes de meterte en la ducha. Una vez dentro, deja que el producto actúe un minuto o dos antes de aclararte.
4. Empieza de arriba a abajo
Según Turnbull, lo mejor es empezar lavándonos la cabeza, e ir limpiando el resto de partes de nuestro cuerpo de arriba a abajo. Ahora bien, tampoco es necesario (ni conveniente) lavarse el pelo a diario. Lo ideal, a no ser que por cualquier razón te hayas ensuciado especialmente, es lavarlo cada tres días. Ten cuidado al aplicar tu champú. No hay ninguna necesidad de frotar demasiado tu pelo, pues si es delicado puedes dañarlo. Utiliza las yemas de los dedos, no las uñas, para aplicar el champú, masajeando el cuero cabelludo para favorecer su circulación. Después, aclara suavemente. No te olvides de aprovechar el champú para lavar también tus orejas.
5. Enjabona tu cuerpo
Una vez que hayas terminado con la cabeza llega el momento de limpiar el resto de su cuerpo con ayuda de una esponja. Turnbull recomienda usar el Salux, un tipo de esponja alargada muy conocida en Japón, pero el proceso es el mismo con cualquier herramienta. Frota todo tu cuerpo con la esponja enjabonada (no hay ninguna razón para echar una tonelada de gel), del cuello a los tobillos, pasando por todas las zonas, excepto tus genitales. Tras esto, aclárate.
6. Lava tus partes íntimas
La genitalia externa, tanto de hombres como de mujeres, también debe limpiarse, pero debemos ser más cuidadosos. Lo ideal, asegura Turnbull, es que lavemos nuestras partes íntimas a mano y, lo creas o no, a no ser que hayas sudado mucho, es mejor evitar el jabón. ¿Por qué? Urólogos y ginecólogos advierten de que puede ser peligroso que el jabón penetre en el interior de la uretra o la vagina, así que es mejor evitarlo en la medida de lo posible.
7. Aféitate
La ducha es un lugar perfecto para afeitarte o depilarte. Si lo haces casi al final de tu ducha el vello estará húmedo y tus poros abiertos, y el proceso será más sencillo y más apurado. Acuérdate de secar tu cuchilla después de cada uso. Y plantéate instalar un espejo en la ducha, para que tu afeitado sea más sencillo y, sobre todo, más seguro.
8. Si quieres orinar, hazlo
A mucha gente le da asco, a otros les parece una idea estupendaque no puede faltar en una buena ducha. ¿Qué dicen los médicos sobre esto? Lo cierto es que no hay ninguna razón higiénica para no mear en la ducha. La orina se elimina igual de bien que en el retrete y se gasta mucho menos agua. Además, a no ser que tenga una infección, la orina es estéril. Y, puestos a ponernos quisquillosos, tu inodoro suele estar mucho más sucio y suele tener muchas más bacterias.
9. Los pies
Ya que vamos de arriba abajo no olvides de lavarte los pies (sobre todo si te has meado). Mucha gente cree que el agua con jabón que pasa por el plato de la ducha es suficiente para limpiarlos, pero no es cierto. Los pies requieren de un frotado igual que el resto de tu cuerpo, para eliminar toda la suciedad, las bacterias y la piel muerta.
10. El toque final
Una vez que hayas terminado no olvides enjuagar tu esponja, escurrirla y dejarla secando. De lo contrario acumulará suciedad y bacterias. Usa una toalla para secarte, pero no frotes excesivamente: trata a tu piel con delicadeza. Si tienes la piel seca este es el momento para echarte una loción corporal o una crema, ya que los poros siguen abiertos y ya no queda piel muerta.
Explicación:
Espero que te sirva UwU