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el papel de la iglesia es enseñar a todos a quererse por igual nadie es mas que otros en la democracia la iglesia lleva el rol de aceptar todo lo que las autoridades digan
Algunas miembros de diversas religiones incitan o practican la violencia, como algunos musulmanes con su guerra santa, o católicos bendiciendo a los soldados que van a la guerra
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Espero que te sirva.
Explicación:
Cuando los políticos buscan el apoyo de una iglesia a costa de otra, o cuando las autoridades religiosas dicen hablar en nombre del pueblo, toca preguntarse si el funcionamiento adecuado de una democracia no requiere apartar totalmente la religión de la esfera pública. En este sentido, a raíz de nuestro trabajo para el Panel Internacional sobre el Progreso Social, llegamos a la conclusión de que la religión no era ni esencialmente prodemocracia ni antidemocracia.
Para vivir juntos en libertad y responsabilidad, debemos observar detalladamente el funcionamiento de las religiones y sociedades en concreto. Y, lo que es más importante, debemos examinar la actividad y las organizaciones religiosas sobre el terreno, no sólo sus asuntos teológicos y sus autoridades.
El legado de la Ilustración
En muchas tradiciones religiosas se pueden encontrar ejemplos de manifestaciones antidemocráticas. Además de los regímenes autoritarios apoyados por las religiones monoteístas de todo el mundo, son muestra de ello el nacionalismo hindú en la India y la represión de las minorías musulmanas por parte de las autoridades budistas en Myanmar.
Desde la Ilustración, los vínculos entre las religiones y los regímenes antidemocráticos han llevado a algunos pensadores a considerar que todos los credos defienden la intolerancia hacia los que tienen otra visión del mundo e inculcan en sus seguidores preceptos de obediencia y respeto a sus autoridades que son incompatibles con la democracia y las libertades individuales.
Do experts have something to add to public debate?
Separar radicalmente todas las formas de religión de la vida pública parece ser la mejor solución. Los franceses establecieron primero el principio del laicismo y otros países siguieron después su ejemplo.
Caricatura del periódico satírico francés Le Rire burlándose de la ley ‘quirúrgica’ de 1905 que separaba las iglesias del Estado. Charles Léandre /Wikimedia
El peligro de las generalizaciones
Por supuesto, no todos los países democráticos funcionan así. Otras teorías han cuestionado si ciertas tradiciones religiosas son más o menos compatibles con el sistema democrático.
Según el momento y el lugar, la misma religión puede ser vista como el fermento de la democracia o, por el contrario, como una traba para su funcionamiento.
Alexis de Tocqueville, por ejemplo, escribe que los católicos “forman la clase más republicana y democrática de Estados Unidos”. Según él, la razón de esto es la importancia de la igualdad en esta religión:
“El catolicismo pone en el mismo nivel a todas las inteligencias; obliga a creer hasta el último detalle lo mismo al sabio y al ignorante, al genio y al hombre vulgar; impone las mismas prácticas al rico como al pobre, inflige las mismas austeridades en el poderoso como en el débil; no hace componendas con ningún mortal y aplica a todos los humanos la misma medida, le gusta mezclar a todas las clases sociales al pie del mismo altar”.
Más de un siglo después, el sociólogo Seymour Martin Lipset llegó a la conclusión contraria: para él, el sistema democrático implica aceptar todo tipo de ideas, mientras que la Iglesia Católica afirma que es la única que tiene la verdad.
El Papa Francisco de espaldas durante una audiencia privada el 22 de junio de 2018 en el Vaticano. Alberto Pizzoli/AFP
Los países católicos, argumenta, son particularmente inestables e incapaces de cultivar el sentido de compromiso y pluralismo que son esenciales en el concepto mismo de democracia.
Más recientemente, y más concretamente, la “Teología de la liberación” desarrollada por la Iglesia católica ha llevado a la aparición de “comunidades cristianas de base” en las que los ciudadanos han definido sus preocupaciones cotidianas y se han organizado democráticamente para hacer evolucionar las cosas.
El caso de América Latina muestra claramente que la implicación de la religión en la esfera política puede tener múltiples facetas. David Smilde, coautor de este artículo en nuestro informe, examinó los múltiples papeles que han desempeñado los grupos religiosos en la historia reciente de Venezuela. El clero católico se opuso activamente al chavismo socialista, pero varias comunidades católicas se unieron, creyendo que el clero no tenía en cuenta la opinión de los fieles. Es interesante destacar que los protestantes neopentecostales también apoyaron al movimiento chavista, a diferencia de las corrientes más tradicionales del protestantismo.
Alexis de Tocqueville y Seymour Martin se equivocaron al considerar que la fe católica (o protestante) era inherentemente democrática o antidemocrática. La participación popular de cristianos de ambos credos en la vida pública en Venezuela demuestra que no se puede generalizar.