2. Para el papa Gregorio Magno:
a. La pintura debía ser realista, sofisticada y llena de habilidad, para representar la naturaleza de la forma
más exacta posible.
b. La pintura debía servir a los intereses del rey y los señores feudales.
c. La pintura debía representar escenas bíblicas para llevar el mensaje de la religión a los que no sabian
leer.
d. La pintura debía representar a Dios, para que todas las personas pudieran alabar y adorar sus
imágenes, pues la biblia así lo pedía.

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Respuesta dada por: marinreina123
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Gregorio Magno (Roma, c. 540-ibíd., 12 de marzo de 604), Gregorio I o también San Gregorio, fue el sexagésimo cuarto papa de la Iglesia católica. Es uno de los cuatro padres de la Iglesia latina, junto con Jerónimo de Estridón, Agustín de Hipona y Ambrosio de Milán.Nota 1​ Fue proclamado doctor de la Iglesia el 20 de septiembre de 1295 por Bonifacio VIII. También fue el primer monje que alcanzó la dignidad pontificia, y probablemente la figura definitoria de la posición medieval del papado como poder separado del Imperio romano. Hombre profundamente místico, la Iglesia romana adquirió gracias a él un gran prestigio en todo Occidente, y después de él los papas quisieron en general titularse como él lo hizo: «siervo de los siervos de Dios».

Gregorio nació en Roma en el año 540, en el seno de una rica familia patricia romana, la gens Anicia, que se había convertido al cristianismo hacía mucho tiempo: su bisabuelo era el papa Félix III (†492),1​ también fue pariente suyo el papa Agapito I (†536)2​ y dos de sus tías paternas eran monjas. Sus padres, ambos venerados como santos, eran Gordiano y Silvia.3​ Gregorio estaba destinado a una carrera secular, y recibió una sólida formación intelectual.1​

De joven se dedicó a la política y en 573 alcanzó el puesto de prefecto de Roma (præfectus urbis), la dignidad civil más grande a la que podía aspirarse. Pero, inquieto sobre cómo compatibilizar las dificultades de la vida pública con su vocación religiosa, renunció pronto a este cargo y se hizo monje.1​4​

Tras la muerte de su padre,1​ en 5755​ transformó su residencia familiar en el Monte Celio en un monasterio bajo la advocación de san Andrés1​4​ (en el lugar se alza hoy la iglesia de San Gregorio Magno).5​ Trabajó con constancia por propagar la regla benedictina y llegó a fundar seis monasterios aprovechando para ello las posesiones de su familia tanto en Roma como en Sicilia.6​

En el año 579 el papa Pelagio II lo ordenó diácono y lo envió como apocrisiario (una suerte de embajador) a Constantinopla, donde permaneció unos seis años1​ y estableció muy buenas relaciones con la familia del emperador Mauricio y con miembros de las familias senatoriales italianas que se habían establecido en la capital oriental.7​ En Constantinopla conoció a Leandro de Sevilla, el hermano del también doctor de la Iglesia Isidoro de Sevilla. Con Leandro mantuvo una constante correspondencia epistolar que se ha conservado. Durante esta estancia disputó con el patriarca Eutiquio de Constantinopla acerca de la corporeidad de la resurrección.8​

Gregorio regresó a Roma en 585 o 586 y se retiró nuevamente al monasterio.1​ Luego solicitó permiso de ir a evangelizar en la isla de los anglosajones. Pero al saber el pueblo de Roma de sus intenciones, se pidió al Papa que no lo dejara ir. Ocupó desde entonces el cargo de secretario de Pelagio II hasta la muerte de este víctima de peste en febrero de 590,9​ tras lo cual fue elegido por el clero y el pueblo para sucederle como pontífice.8​

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