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Respuesta:
Aunque inicialmente el estrés es normal y provechoso, ya que nos ayuda a activarnos para poder responder a las demandas y exigencias del medio, con el tiempo nuestro cuerpo y nuestra mente se van agotando y comienzan a disminuir en su rendimiento.
Para prevenir esta baja en el rendimiento debemos regular la cantidad de tiempo que nos mantenemos funcionando bajo altos niveles de exigencia, fase a la que se denomina resistencia, que se ve seguida de la fase de agotamiento.
Si, a pesar del agotamiento, no nos detenemos a descansar y hacer una pausa para recuperar energías, nuestro organismo podría entrar en una fase de cronificación de las manifestaciones de la fase de agotamiento del estrés.
Estas manifestaciones pueden darse en diversos ámbitos -físicas, psicológicas y en la conducta- y es importante reconocerlas para irlas identificando en la medida en que van apareciendo y así poder tomar medidas preventivas.
Fases del estrés
Manifestaciones físicas
Corresponden a los síntomas que se generan en nuestro cuerpo frente a los estresores habituales, algunos de ellos son:
Somnolencia, mayor necesidad de dormir
Cansancio y fatiga
Dolores de cabeza o jaquecas
Dolor de estómago y/o color irritable
Bruxismo (tensión de mandíbulas)
Dolor de espalda
Taquicardia o palpitaciones fuertes
Aumento o disminución del apetito
Resfríos frecuentes (baja en el sistema inmune)
Dificultades para dormir (insomnio o pesadillas)
Manifestaciones psicológicas y emocionales
Son las reacciones emocionales y cognitivas que tenemos frente a situaciones de estrés, entre las que destacan:
Inquietud e hiperactividad
Tristeza y/o desgano
Ansiedad constante
Dificultades para concentrarse
Dificultades para pensar (quedarse en blanco)
Problemas de memoria, olvidos frecuentes
Irritabilidad frecuente
Temor a no poder cumplir con las obligaciones
Baja motivación para actividades académicas
Angustia y/o ganas de llorar frecuente
Manifestaciones conductuales
Consisten en los cambios que experimentamos en nuestra conducta producto de la vivencia de situaciones de estrés, que son fácilmente observados por otros, entre los que podemos encontrar:
Frecuente tendencia a discutir con los demás
Necesidad de estar solo, aislarse
Uso de fármacos para estar despierto (automedicados)
Preferir otras actividades por sobre el estudio
Uso de fármacos para dormir (automedicados)
Dificultad para sentarse a estudiar (“sacar la vuelta”)
Aumento del consumo de café y/o tabaco
Dejar de asistir a clases
Frecuente participación en carretes poco saludables
Tendencia a dejar de hacer, por desgano o apatía, lo que se acostumbra normalmente
Prevención y afrontamiento del estrés académico
Una vez que identificamos las situaciones que nos generan estrés y que sabemos cómo reaccionamos frente a ello, necesitamos distinguir qué estamos haciendo para prevenir que esto ocurra o mitigar los efectos.
Algunas de las estrategias que ayudan tanto a prevenir la cronificación del estrés como a afrontar las manifestaciones en la fase de agotamiento son:
Planificar actividades priorizando entre ellas
Decidir entre diversas técnicas de estudio
Alimentarse saludablemente en horarios estables
Practicar deporte o actividades recreativas
Dedicar tiempo a pasatiempos y hobbies
Mantener ciclos de sueño estables
Buscar ayuda y compartir con otros
Practicar relajación y respiración profunda
Mantener el sentido del humor
Esforzarse en mantener la calma y tranquilidad
Relajación muscular progresiva de Jacobson
Esta técnica fue desarrollada por el psiquiatra estadounidense Edmund Jacobson en la década del ´30. Su mecanismo de acción permite obtener el control voluntario de la tensión y la distensión muscular, permitiendo identificar la relación entre el estado muscular y el estado mental de tensión. Se le denomina “progresiva” ya que los avances se van consiguiendo de forma gradual. La forma de trabajo es ir tensando y relajando los diversos grupos musculares.
Explicación:
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