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Fabián estaba de vacaciones con sus padres, su hermano y dos de sus cuatro abuelos cuando sucedió algo extraordinario y misterioso en la casa alquilada en el Balneario Solís.
Para poder encontrar la lanchita que se le había perdido, Fabián utilizó la “herramienta de búsqueda” del abuelo, que era una linterna que alumbraba mucho porque dentro tenía muchas pilas.
Empezó a buscar debajo de los sillones del living ayudado por esa herramienta tan potente. La lanchita no aparecía, pero algo brillaba debajo de aquel enorme y pesado sillón. ¿Qué sería?
Se acostó boca abajo en el piso, pero su bracito no llegaba, entonces fue a buscar una de sus dos espadas y con ésta pudo, poco a poco, acercar aquello que brillaba tanto.
Cuando lo tuvo en sus manos se dio cuenta que era un par de lentes de un intenso color violeta.
Por supuesto, que lo primero que hizo fue ponérselos y ahí comenzó una aventura extraordinaria. No sólo veía todo violeta, sino que con ellos puestos vería algo increíble.
Miró hacia afuera, a través de la ventana violeta y vio un gatito violeta, que nunca había visto antes en el jardín, en el césped violeta, debajo de un árbol violeta.
Quiso saber de qué color era realmente ese gatito y para ello se quitó los lentes. Pero el gatito ya no estaba ahí.
No pudo irse tan rápido –pensó- y se volvió a poner los lentes y oh sorpresa, nuevamente apareció el gatito violeta en el jardín.
Probó varias veces de sacarse y ponerse los lentes violetas y ya no tenía duda. Esos eran unos lentes muy especiales que servían para ver al gatito invisible.
Fabián estaba fascinado con su descubrimiento y salió al jardín para ver más de cerca a su nuevo amiguito invisible.
Resultó ser un gatito muy juguetón, como todos lo animalitos pequeños, pero como sólo lo veía él con las lentes violeta puestos, todos los demás lo veían jugando en el jardín y hablando solo, pero no estaba solo, estaba con el gatito violeta invisible.
Luego de un rato, el gatito se fue asustado cuando apareció el hermano de Fabián con unos amigos y se pusieron a jugar a la pelota en el jardín. Resolvió entonces sacarse los lentes y siguió jugando con sus cohetes hasta que se fueron todos los niños.
De inmediato, Fabián vio que la pelota que había quedado en el césped se comenzó a mover sola y hasta daba saltitos. ¿Qué pasaba? Él se imaginó lo que sucedía. Se puso los lentes violetas y ahí estaba el gatito invisible jugando con la pelota.
Al día siguiente, terminaban las vacaciones y debían volver a su casa. Recordando lo que sus padres le decían de las cosas que eran de la casa alquilada, Fabián, sin decir nada a nadie de lo sucedido, colocó cuidadosamente los lentes violeta debajo del gran sillón e incluso los empujó con su espada, para dejarlos en el mismo sitio que los había encontrado.
Fin.
El gatito violeta es un cuento fantástico enviado por Jorge Leone..
Explicación:
espero poderte ayudar