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Respuesta:
Hablar de la vida cotidiana desde la filosofía parecería un asunto trivial, escurridizo, sin–sentido, propio —quizá— para discutir en una charla de café que constituye una imagen típica de la vida ordinaria, de la vida de cada día y en donde los hombres y mujeres nos vemos involucrados de manera natural porque en esa cotidianidad que fluye, discurre tranquila o azarosamente nuestra propia vida. Eso es lo común para cualquier ser humano, incluidos los hombres de ciencia, los filósofos, los artistas, por lo que planteo la pregunta siguiente: ¿es posible abordar desde la filosofía un problema así?
Particularmente, no encuentro objeción alguna razonable —ni teórica ni práctica— a un planteamiento de este estilo. Sé que por siglos, el tema o problema de la vida cotidiana,1 fue ignorada formalmente como objeto de consideración cultural y —consecuentemente— de reflexión filosófica. Se pensaba —explícita o implícitamente— que una vida así no merecía ser incorporada entre los modelos de vida o marcos de referencia cualitativamente mejores buscados por casi todos los seres humanos, y entre los que se encontraban —ahora también— los de la ética del honor y del poder,2 de la fama y la riqueza,3 del predominio de la razón y de la ciencia,4 etcétera, o —en el mundo cristiano durante siglos— el apartamiento del mundo por motivos casi siempre ascéticos y religiosos. En universos así hablar de la vida ordinaria como queremos hacerlo aquí, carecía —y puede carecer— de sentido.
Explicación:
espero que te ayude