escribe un relato de aventura de no más de 200 palabras que se refiera al cambio climático

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Respuesta dada por: villotatokalla
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Respuesta: Verdaderamente el cambio climático no es ningún cuento sino una realidad siempre que lo entendamos como la crisis por la que está pasando el clima de nuestro planeta, especialmente acusada a partir de mediados de este siglo y que en los últimos años lejos de remitir se está mostrando cada vez más virulenta. Por lo que sí es un cuento con trazas de nunca acabar es el tratamiento, desorientador que se viene dando a tan trascendental fenómeno, por parte de los organismos responsables gubernamentales, del que se hacen eco los medios de comunicación, con la consecuente repercusión en la opinión pública, a la que se lo presenta el cambio climático, como una amenaza para el futuro de la humanidad, de la cual el hombre es el principal responsable y que, por consiguiente, está en sus manos evitarla.

Es esta una imagen falaz, el hombre no tiene poder para evitar el recalentamiento de la atmósfera, ni mucho menos para estabilizar el clima. Aunque se alcancen las metas del famoso Convenio de Río del 92, y de las muchas conferencias que han de venir, relativas a la reducción de las emisiones antropogénica de gases de efecto invernadero, solo se conseguirá aminorar, en todo caso, el ritmo del calentamiento, pero en modo alguno detenerlo.

El incremento de la concentración en la atmósfera de gases de efecto invernadero originado por dichas emisiones, es consecuencia la atención a las necesidades vitales inherentes al desarrollo y expansión de la propia especie humana. Intentar imponer medidas restrictivas que repercutan en tal atención, es como querer ponerle puertas al campo.

Por ejemplo, si quisiéramos detener el crecimiento de CO2, manteniéndola a nivel actual, sería necesario la reducción inmediata de las emisiones globales del orden del 60 al 80 por ciento, lo que implicaría el colapso de la economía mundial.

En cualquier caso aunque las emisiones de gases de efecto invernadero, sigan creciendo de forma incontrolada el calentamiento tendrá un límite, alcanzado el cual de no intervenir otros agentes ajenos al efecto invernadero la temperatura medía global se mantendría constante independientemente de cualquier incremento posterior de las concentraciones de dichos gases. Dado que el calentamiento producido por el efecto invernadero se deba a la absorción por la atmósfera de la radiación calorífica emitida por la superficie terrestre, el calentamiento cesará cuando no haya más radiación por absorber.

De hecho, casi el 95 por ciento de la radiación terrestre es ya absorbida; el resto escapa directamente hacia el espacio exterior a través de la llamada figurativamente “ventana atmosférica”. A medida que aumentan las emisiones de gases de efecto invernadero, la ventana se va cerrando, aunque dada la complejidad del proceso no es de esperar que se consiga cerrarla del todo. Siempre quedará un pequeña parte que logre escapar sin ser absorbida, pero lo suficientemente importante para permitirnos vaticinar que el límite del calentamiento no llegue a superar los dos grados y medios.Puede parecer sorprendente que un aumento tan pequeño de la temperatura de la Tierra, que no llega siquiera ni al uno por ciento de su valor absoluto pueda acarrear un cambio climático capaz de cambiar la faz del mundo. Posibilidad que es consecuencia de los estrechos límites dentro de los cuales nuestro sistema climático, mantiene las condiciones más idóneas para albergar la vida. De ahí, la atención despertada en el mundo entero por el tema del cambio climático, ante la posibilidad de los desbarajustes económicos y trastornos sociales que pueda ocasionar. Máxime habida cuenta de la imposibilidad de predecir su ocurrencia y naturaleza con un mínimo de garantías que permitiera tomar adecuadas medidas preventivas. No obstante, también pudiera ocurrir que a la larga, una vez pasado el periodo de adaptación a las nuevas condiciones climáticas el balance final de las repercusiones económico sociales resultase más bien beneficioso que perjudicial para el conjunto de la humanidad.

Esta expectación tiene su máxime exponente en las numerosas reuniones y conferencias intergubernamentales que, a partir de la Primera Conferencia Mundial del Clima de 1972 en Ginebra, se han venido sucediendo hasta desembocar en el mencionado Convenio sobre el Cambio Climático, surgido de la Conferencia de Río de Janeiro de 1992 con el fin, de establecer un marco internacional dentro del cual la comunidad mundial de naciones pudiera trabajar cooperativamente con vistas a la “protección del sistema climático de la Tierra para beneficio de las generaciones presentes y futuras".

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