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Respuesta:
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Explicación:
“Respuesta:
Dejaron sus hogares en Asia Central para pelear contra el ejército nazi. Luego, vestidos en harapos, fueron llevados prisioneros a un campo de concentración en Holanda.
Pocos ahora recuerdan a los 101 hombres, principalmente uzbekos, que fueron asesinados en un bosque cerca de Amersfoort en 1942.
Visité el lugar y comencé a buscar archivos y testigos
El campo de concentración de Amersfoort estaba bajo el comando de Karl Peter Berg, quien fue ejecutado en 1949.
Resultó que 865 soldados soviéticos estaban enterrados allí y todos, con excepción de 101, habían sido llevados a ese lugar desde otras partes de los Países Bajos o de Alemania.
Pero 101, todos sin nombre, habían muerto allí, en Amersfoort.
“Los llamaron untermenschen (personas inferiores) y contaron con que una vez que los holandeses vieran la apariencia de los soviéticos, querrían unirse a los alemanes”.
El objetivo principal de los alemanes era convencer a los holandeses comunistas, que habían sido detenidos en un campo de concentración en Amersfoort junto con los judíos locales, desde agosto de 1941.
Pero el plan no funcionó.
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Henk Broekhuizen, quien hoy tiene 91 años, es uno de los pocos testigos que quedan de lo ocurrido.
Recuerda cuando era adolescente y vio llegar a los prisioneros soviéticos.
“Cuando cierro los ojos veo sus caras”, dice.
“Estaban envueltos en harapos, ni siquiera parecían soldados, solo podías ver sus caras”, recuerda.
Pie de foto,
Henk Broekhuizen, de 91 años, recuerda cuando llegaron los prisioneros a su ciudad.
“Los nazis los desfilaron por la calle principal, desde la estación de tren hasta el campo de concentración”.
“Se los veía débiles y pequeños, sus pies estaban cubiertos en telas viejas. Algunos apenas podían caminar y eran ayudados por sus amigos”, rememora.
Algunos prisioneros pudieron establecer contacto visual con los locales y usaron gestos para indicar que tenían hambre.
“Les llevamos un poco de agua y pan”, dice Broekhuizen. “Pero los nazis nos los sacaron de las manos y no nos dejaron ayudarlos”.
Nunca más los volvió a ver y no oyó nada sobre lo que les ocurrió.
Pero Reiding logró hallar evidencias en los archivos holandeses.
Una de las cosas que descubrió es que la mayoría de los soldados eran uzbekos.
FUENTE DE LA IMAGEN,ARCHIVO NACIONAL DE HOLANDA
Pie de foto,
En esta imagen se ve al nazi que ofició de traductor de los soviéticos. De apellido Alscher, había aprendido ruso en Polonia.
Y que las autoridades del campo de concentración no lo supieron, hasta que llegó un agente de la SS que hablaba ruso y los entrevistó.
La mayoría era de Samarkand, según Reiding. “Quizás había algún kazako, kirguís o baskir, pero la mayoría eran uzbekos”.
El periodista también averiguó que los soldados de Asia Central fueron tratados peor que todos los otros prisioneros.
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“Durante los primeros tres días en el campo de concentración los uzbekos fueron dejados a la intemperie, sin comida y rodeados de alambres de púa”, señala Reiding.
“Los alemanes tenían listo un equipo de filmación para captar el momento en que estos 'bárbaros subhumanos' se pelearan por comida, una grabación que querían usar como propaganda.
“Así que los nazis les lanzaron una rodaja de pan a los hambrientos uzbekos”.
Pie de foto,
Remco Reiding logró rastrear a los familiares de 200 de los 865 soldados soviéticos enterrados en Amersfoort.
“Para sorpresa de ellos, uno de los prisioneros tomó el pan y con calma lo dividió en pedazos iguales con una cuchara”.
“Los otros esperaron pacientemente. Nadie se peleó. Luego se dividieron los pedazos de pan de manera igualitaria. Los nazis estaban decepcionados”, asegura el periodista.
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Pero luego vendrían cosas peores.
“A los uzbekos les daban la mitad de comida que al resto y si algún otro prisionero los ayudaba todo el campo de concentración se quedaba sin comida, como castigo”, cuenta Bahodir Uzakov, un historiador uzbeko.
Uzakov, quien vive en la cercana Gouda, también ha estado investigando lo que ocurrió en el campo de concentración de Amersfoort.
FUENTE DE LA IMAGEN,ARCHIVO NACIONAL DE HOLANDA
Pie de foto,
El holandés Nikolaas Van Nieuwenhuysen fue el sádico médico del campo de concentración y tras la guerra fue sentenciado a 10 años de prisión.
“Cuando comían sobras y cáscara de papas los nazis los golpeaban por comer comida de cerdos”, asegura.
A partir de las confesiones de los guardias de la prisión y de los recuerdos de los prisioneros -los que compiló en el libro “Child of the Field of Honour” (Niño del Campo de Honor) en 2015- Reiding también averiguó que a los uzbekos les daban las peores tareas.
Por ejemplo, cargar la albañilería más pesada o arena o troncos, en temperaturas heladas.