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Explicación:
Buscalo es Google...
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O si fue preguntando
Respuesta:
Echamos la vista atrás y reconstruimos a modo de ficción cómo era vivir en los 80 gracias a una ‘cápsula del tiempo’: vivimos en primera persona el nacimiento del primer PC, el estreno de Los Goonies, ET o Los Cazafantasmas, así como los éxitos de Cindy Lauper o Michael Jackson.
“Seguro que no sigue ahí, se habrá fundido con la tierra o la habrán encontrado unos críos por casualidad mientras juegan a Pokemon GO”, me dices. Yo tengo esperanzas en que nuestra cápsula del tiempo siga tal y como la dejamos en aquel verano interminable de 1988, en una coordenada que garabateamos en un mapa entre risas como si fuésemos Zipi y Zape. La idea se nos había ocurrido durante las vacaciones, al salir de tomar unas cervezas y jugar un billar en La Vía Láctea. Un poco achispadas, pensamos en recopilar nuestros objetos favoritos, aquellos que le darían forma a nuestra identidad muchos años después, meterlos en una cajita y enterrarlos, prometiendo no volver a buscarlos hasta dentro de tres décadas, cuando el futuro hubiese aterrizado en nuestra puerta y nos hubiésemos hecho “mayores”. O algo parecido.
Y es que crecer en los 80 no había sido moco de pavo: la década de las televisiones en color, del vicio compulsivo por los juegos arcade como el Tetris, el Pac-Man, el Galaga o el Out Run y las pelis de culto como Regreso al futuro, Los Goonies, Los Cazafantasmas, E.T o Cuenta Conmigo. Los 80 habían sido el oasis postfranquista del Madrid nunca duerme, de las crestas de colores y la libertad punk, de la caída del Muro de Berlín y el adiós en dominó de varias dictaduras latinoamericanas, los años del sida y Chernobill, de las musas del destape y los fanzines repartidos en las entrañas de los bares, de la Movida Madrileña y el Rock Radical Vasco, de la MTV y el Prozac, de la oveja Dolly y la goleada del España-Malta, del tinto de verano y los bocadillos de foie gras, de Guizmo y Naranjito, de aquellos viajes a la playa con siete en un Ford Escort destartalado y sin cinturón, con una pelota Nivea esperando en el maletero y muchas ganas de ver el mar y de oler el salitre.
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