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Al detenernos a observar, aunque sea sólo de momento un espectáculo deportivo, la primera impresión visual y auditiva que se nos presenta es el bloque compacto de una determinada cantidad de público, que aunque rugientes, todos están muy atentos a lo que sucede. Internamente se hayan divididos, pero observamos que unos gritan, otros fuman, aplauden, se irritan o realizan bruscos movimientos en sus asientos. Otros callan siguiendo muy atentos todo lo que allí se está desarrollando, pero en esencia se observa que la impaciencia rebota.
Esto nos dice que un espectáculo deportivo, ejerce no solo sobre quienes los visitan, sino también sobre quienes lo observan o escuchan, notables efectos psicosociales, éticos, estéticos y hasta biológicos, pues ante la situación de estrés a que están sometidos, se elevan las concentraciones de epinefrina, adrenalina, noradrenalina... posibilitando así la movilización de recursos energéticos.
Considerando los fenómenos que se desarrollan dentro de una competencia, todos están subordinados a los objetivos que esta se propone, que resultan bien precisos; el rompimiento de un record, alcanzar la victoria y este resultado aunque aparentemente es solo una conquista de los deportistas, los espectadores también la hacen suya, expresándose así uno de los momentos de la personificación y en todo este proceso un resultado no deseado o inesperado en el curso de la competencia influye directamente en el modo de actuar de ese aficionado.
El hecho ya explicado, que los resultados de una competencia deportiva no se conozcan con anterioridad y resulta imposible determinar lo que va a suceder al final, eso provoca en los espectadores, en particular aquellos acostumbrados a realizar determinadas tareas cotidianas ya sea en su trabajo, en el estudio, en el contexto familiar, un cambio en su forma de actuar, si lo sucedido no se corresponde con lo esperado.
Las victorias o las derrotas en un número significativo de espectadores provocan cambios que se conservan durante cierto tiempo, e influyen notablemente en la forma de actuar de ellos.
Las reacciones que produce una competencia sobre los aficionados son disímiles, pues las vivencias que provocan, convierten al aficionado en un coparticipante haciendo real su presencia en el mismo.
Pudiéramos citar que en caso de victorias, se pueden apreciar reacciones, como el deseo de compartir esa alegría, en la familia, con amigos, en el trabajo (incluso existen investigaciones que plantean que eso influye en el aumento de la capacidad de trabajo) mayor animosidad, buen carácter, regocijo, alegría, vigor y optimismo.
Pero en el caso contrario, si un atleta o su equipo pierde, rápidamente el estado de ánimo decae, no se muestra buen carácter, hay abatimiento, depresión, irritabilidad y pocas veces se analizan detenidamente de forma relajada las causas del fracaso.
Resulta también una forma de reaccionar en los espectadores la, devoción que sienten sobre los grandes deportistas, convirtiéndolos en ídolos, además éstos le brindan su apoyo, le muestran su simpatía, buenos sentimientos, son bien recibidos en cualquier lugar que estén, les muestran confianza por sus futuras presentaciones, pues de sus hazañas han sido fieles testigos, además son alagados, admirados, también cuestionados. Esas estrellas deportivas tienen por lo general un gran círculo de amigos, (que pueden o no ser conocidos por ellos) que les dan opiniones, consejos sobre su forma de actuar; además algo muy importante es que estos espectadores sienten el deseo de imitarlos, seguramente pensarán Si yo fuera él... Cuando yo sea así.
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Yo opino que esta bien ya que te diviertes, aprendes y desarrollas las habilidades de tu cerebro porque al ver el deporte tu cerebro aprende