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La palabra ritmo se utiliza en varios ámbitos diferentes, relativos a los fenómenos naturales o sociales, a la vida individual o a las artes. Hablamos de ritmos naturales o biológicos, de ritmo del discurso o de la lengua, de ritmo de las acciones y los movimientos corporales, y en el ámbito de las artes, en especial en la música, donde la noción y la práctica del ritmo son predominantes, pero también se encuentran presentes en la danza, la poesía, la pintura y la arquitectura.
Podemos dar una idea global de las ramificaciones que parten de la noción de ritmo si separamos sus aspectos fenomenológicos, sus implicaciones psicológicas y sus interrelaciones teóricas. Al parecer, el aspecto común a sus diversas ramificaciones, lo que podríamos llamar la raíz del ritmo, es la combinación indisociable entre dos componentes indispensables: un latido o una pulsación y su repetición periódica.
Si nos fijamos con atención, podemos notar que el concepto ritmo se articula alrededor de cuatro ámbitos empíricos. El primero está compuesto por regularidades y periodicidades que podemos reconocer en los fenómenos de la naturaleza: los sucesos periódicos y ondulatorios en astronomía y en física, las oscilaciones de las reacciones químicas, la periodicidad estructural de los cristales, las regularidades cosmogónicas y los grandes ciclos cósmicos. Nos referimos al ritmo de las horas, de los días y de las noches, de las estaciones: el movimiento previsible de la Tierra que gira alrededor de sí misma y alrededor del Sol provoca la alternancia oscuridad/luz así como el ciclo de las estaciones y su diversidad, alternando entre actividad y descanso, calor y frío, desarrollo y decadencia.
El segundo ámbito se refiere a los fenómenos de la naturaleza biológica. “Ritmo de la naturaleza” es la expresión comúnmente utilizada para designar la periodicidad y el resurgimiento de la vegetación y la floración, que depende de la información espacial y temporal. La estructura regular de los pétalos de las flores, la distribución geométrica de las espirales, omnipresentes en el mundo animal y vegetal, las ondulaciones de los cerros son aspectos naturales también descritos como rítmicos. Asimismo, pertenecen a este ámbito los ritmos de los fenómenos biológicos, el ritmo de la división celular, los ritmos cardiaco y respiratorio, el caminar y el correr, la alternancia de generaciones, los ciclos de reproducción de las diferentes formas de vida, las regularidades morfológicas y las regularidades taxonómicas. En ese mismo contexto podemos referirnos a la doctrina hipocrático-galénica de la puntualidad de las crisis y de los días críticos.1