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Respuesta:
La literatura italiana es la producción literaria que se ha desarrollado en idioma italiano, en latín (latín medieval, humanístico y renacentista), en siciliano (cuya escuela poética tuvo una notable influencia en el desarrollo del toscano escrito medieval), en toscano (que, con su variedad florentina, dio a su vez origen al italiano), y, en menor medida, en otros idiomas y dialectos autóctonos.
La edición de 1529 de "La Divina Comedia"
Después del florecimiento, en el siglo XIII, de la escuela siciliana y del dolce stil novo toscano, el italiano llegó a su primera madurez gracias a las grandes creaciones literarias de los escritores del siglo XIV (Dante Alighieri, Francesco Petrarca y Giovanni Boccaccio), comenzando a difundirse por toda Italia y el resto de Europa. En el siglo XV y sobre todo en el XVI, con la internacionalización del Renacimiento, la literatura y el idioma italianos se propagaron más rápidamente todavía que en el período anterior en todo el mundo occidental.[1] En aquella época el idioma italiano (denominación que había terminado por prevalecer, durante el siglo XVI, sobre cualquier otra) había dejado de identificarse plenamente con el vulgar florentino[2] y, gracias al alto nivel de su literatura, se había ido imponiendo como una de las grandes lenguas de cultura en la Europa del tiempo.[3] Entre el siglo XVI y XVII el italiano, que en su país de origen ya dominaba en el campo literario, se convirtió también en el idioma de la enseñanza y de la comunicación escrita.[4] Antes de que Italia se constituyera en estado nacional, el italiano era ya el único idioma administrativo y de cultura con difusión nacional y monopolizaba la comunicación pública y literaria,[5] a pesar de seguir teniendo un carácter elitista, puesto que solo una pequeña minoría de italianos lo hablaba. En 1861, con la proclamación del Reino de Italia y la constitución de un mercado cultural único, no solo la literatura en italiano, idioma oficial del nuevo estado, sino también las literaturas en algunas lenguas y dialectos autóctonos con tradición literaria recibieron un notable impulso, cuyos efectos beneficiosos se han prolongado hasta nuestros días.[6]
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