a) ¿Qué diferencias culturales entre españoles e indígenas hicieron posible la conquista de México?
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Acción muy diferente fue la del general Juan Prim, el cual, en 1861, comandó la escuadra española que, junto con las enviadas por Francia e Inglaterra, se presentó frente a Veracruz para exigir el pago de las deudas de México con dichas potencias. Al percatarse Prim de las intenciones de los franceses enviados por Napoleón III, en el sentido de invadirlo e intervenir en sus asuntos internos, retiró su escuadra. En la ciudad de México hay una céntrica calle que ostenta su nombre.
Aunque no en grandes números, durante el siglo XIX y años siguientes se mantuvo una corriente de inmigrantes españoles que llegaban a México “a hacer la América”, es decir en busca de fortuna. La gran mayoría de éstos se arraigó para siempre, consolidó vínculos familiares y, con su ingenio y trabajo, contribuyó a la prosperidad del país. Recordación de esto la ofrece la mansión que existe en Colombres, Asturias, el “Museo Indiano”, que conserva testimonios de la presencia de asturianos que, con montañeses, gallegos, vascos y otros, se asentaran en México, renovando vínculos de acercamiento.
La Revolución Mexicana de 1910 interrumpió ese flujo. Para muchos españoles que vivían en México trajo tiempos difíciles. No pocos, dueños de haciendas y ranchos, perdieron sus propiedades. Sin embargo, esta vez no salieron del país. Los años que siguieron a la Revolución les permitieron recuperarse. Algunos de ellos, como el leonés Pablo Díez y el asturiano Carlos Prieto, crearon grandes empresas y apoyaron a sus paisanos. Una muestra de ello es el Sanatorio y la Beneficencia españoles, que hasta hoy perduran sirviendo por igual a “peninsulares”, a sus descendientes y a muchos mexicanos.
Al tiempo de la Guerra Civil Española y de lo que a ésta siguió
Lázaro Cárdenas era entonces presidente de México. Al estallar el levantamiento franquista, su gobierno mantuvo las relaciones con la República Española. Incluso la apoyó proporcionándole armas. A diferencia de Alemania e Italia, que sentaron banderas con Franco, y a diferencia también de Francia e Inglaterra, que se lavaron las manos declarándose neutrales, México se comprometió con la causa de la legalidad en España.
Desde poco antes de la derrota de la República, miles de españoles de diversas ideologías, pero opuestos a la posturas fascistas de los seguidores de Franco, comenzaron a salir de su país. Sólo huyendo podrían salvar sus vidas. El colapso final de los republicanos incrementó esa salida. Muchos de los que así escaparon entraron en Francia. Allí fueron internados en campos de concentración. La Segunda Guerra Mundial iba a poner de nuevo en grave peligro sus vidas.
Una acción ejemplar de encuentro se produjo entonces. El presidente Lázaro Cárdenas, aconsejado por varios intelectuales y colaboradores suyos, decidió abrir las puertas de México a cuantos exiliados españoles fuera posible. Como lo escribió en su diario, llegó a pensar en recibir a medio millón de españoles. Con el patrocinio del gobierno mexicano y el apoyo de algunas organizaciones republicanas, miles de españoles pudieron embarcarse con destino al puerto de Veracruz.
Los exiliados españoles, “los refugiados” que se establecieron en México, fueron cerca de veinticinco mil en un principio, y luego su número aumentó hasta cerca de 35,000. La mayoría pensaba que su exilio sería transitorio. El paso de los años los convenció de que su estancia iba a ser duradera. Muchos adoptaron la nacionalidad mexicana y se consagraron al trabajo con arreglo a sus profesiones y capacidades.
México, manteniendo su lealtad a la República Española, no sostuvo relaciones diplomáticas con el gobierno franquista. Por el contrario, siguió reconociendo a la República en el exilio y aun llegó a ser sede del gobierno de la misma por algún tiempo. Esto, que a algunos podrá parecer una ficción, ha tenido significación como un símbolo de enorme acercamiento.
Entre los exiliados había buen número de hombres y mujeres con títulos universitarios en disciplinas científicas y humanistas. La mayor parte de ellos se incorporó a instituciones mexicanas, universidades y dependencias públicas. Integraron el grupo que se ha llamado de “los maestros del exilio español”. Su presencia ha dejado honda huella en el país. Sería largo recordar aquí sus nombres. Baste con decir que eran portadores de la crema cultural de España. Su patria había invertido grandes recursos en formarlos. Los perdió entonces y México se enriqueció con ellos. En este país se les recuerda con cariño y admiración. Nueva forma de encuentro ha sido el establecimiento de una cátedra del exilio español gracias a un convenio entre las universidades de Alcalá de Henares y la Carlos III con la Universidad Nacional Autónoma de México. Esa cátedra sesionará a ambos lados del Atlántico, y enriquecerá la memoria de un encuentro con perdurables consecuencias.
Espero a verte ayudado:) Dame una coronita x fa
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