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estado mental del salvaje adulto, a la vez injusto y vengativo, que siente necesidades, apetitos, deseos y temores, y no conoce deberes ni responsabilidades; nos es naturalmente más fácil y accesible lo que tenga este carácter y no el opuesto toda vez que la ira, el odio, el terror, el alcohol o las lesiones cerebrales nos despojan accidental o permanentemente de la cultura adquirida y superpuesta,--con tanta mayor facilidad cuánto más débil o más reciente sea,--quedamos en la pura barbarie inicial, y asoma el salvaje que está siempre latente en el hombre civilizado.
Este vicio es el que llaman los Modernos pedantería, que consiste en entretenerse solo el entendimiento en cosas de ninguna substancia, mas propias de niños que de adultos, proporcionadas á la pequeñez de su fantasía, y objetos dignos de su corto juicio.
Había algo de monstruoso en el contraste de sus tiernas facciones con el ceño de aquella frente cargada, al parecer, de adultos pensamientos.
De la misma naturaleza, origen, materiales, formas y estructura inmoral de los dioses monstruosamente horribles y bárbaros de los pueblos salvajes, es el diablo: aterrador, seductor, astuto, traidor, hipócrita, dañino de oficio, perverso de profesión, deleitándose en el mal de los niños y de los adultos, obligados por las creencias de sus mayores a vivir en peligro perpetuo y en guardia permanente contra sus incansables asechanzas, especialmente encaminadas a malear a los buenos, para hacerlos caer, por la condenación divina, en su rebaño de condenados perpetuos, habiendo él mismo llegado a la impunidad absoluta de sus maldades ulteriores por haber incurrido desde la primera en el máximum de castigo.
El miedo a la soledad y a la oscuridad, que no existen en el niño educado laicamente, y que afligen a los niños educados "cristianamente" deprimen también a los adultos ignorantes y supersticiosos, con las más lamentables consecuencias, como, verbigracia, este caso que me fue referido por mi primo Roberto Suárez.
Ahora--según declaró á Morales desde las primeras palabras--se ocupaba en comprar novillos, como representante de cierta casa del Uruguay que fabricaba carne líquida para los niños y los adultos débiles.
Y si no acostumbrase mandar cataclismos, terremotos, pestes, epidemias, etc., etc., para los remisos, tampoco darían mucho dinero para iglesias los creyentes adultos.