Respuestas
Respuesta:
La conciencia ha sido uno de los "fundamentos categoriales" (1) de toda la construcción de la teología moral y lo que hace posible un comportamiento humano responsable. Al formular un juicio ético concreto estamos ya afirmando la misma posibilidad humana de comprometerse moralmente, la íntima responsabilidad moral de la persona. Se evidencia, entonces, la inevitable eticidad de la trama humana, desde el momento que estamos ante una opción que compromete la conciencia de cada uno de nosotros (2). Es lo que permite señalar, entonces, que la conciencia moral es una de las mediaciones que se constituye en el punto de convergencia de otras en el proceso de salvación de la persona humana.
En el actual debate sobre la naturaleza de la moralidad, la cuestión de la conciencia se ha convertido en el punto crucial de la discusión, especialmente en el campo de la teología moral católica. "El debate gira en torno a los conceptos de libertad y de norma, de autonomía y de heteronomía, de autodeterminación y de determinación desde el exterior mediante la autoridad. En él a la conciencia se la presenta como baluarte de la libertad frente a las limitaciones de la existencia impuestas por la autoridad. En dicho contexto están contrapuestas de este modo dos concepciones del catolicismo: por una parte, la comprensión renovada de su esencia, que explica la fe partiendo de la libertad y como principio de la libertad y, por otra, un modelo superado, preconciliar, que somete la existencia cristiana a la autoridad, la cual mediante normas regula la vida hasta en sus aspectos más íntimos y trata de esta manera de mantener el poder de control sobre los hombres" (3). A la luz de lo expresado podríamos decir –pareciera– que nos encontramos ante dos modelos de respuestas: una moral de la conciencia o una moral de la autoridad. Volveremos sobre el tema.
Por otra parte, la conciencia es el punto de referencia de muchos otros temas cruciales para la moral: pecado y conversión, estructura de la respuesta moral, enfoque deontológico o teleológico. Es lo que explica la centralidad que le otorga Veritatis Splendor al estudio de la conciencia, en su relación con la verdad, con la ley moral, con la libertad, con la opción fundamental, con el acto mora (4).
Interesa aquí plantear la conciencia como la mediación personal de la salvación y desde este punto de arranque, iluminar algunas de las dimensiones enunciadas. Por razones de ordenación pedagógica, el tema lo analizaremos como un entramado de relaciones que se grafican en el siguiente esquema:
DIOS
PERSONA HUMANA relación creatural, religiosa
LLAMADO
RESPUESTA
relación dialógica
LEY MORAL
CONCIENCIA MORAL relación de responsabilidad
DIMENSION OBJETIVA
DE LA MORAL
DIMENSION SUBJETIVA
DE LA MORAL
relación de autonomía-
teónoma
Este esquema será la base de reflexión y de él desprenderemos diversas consideraciones que apunten al núcleo del tema. Conviene, sin embargo, hacer una precisión muy importante que es necesario tener presente a lo largo de todo el trabajo: la distinción entre las dos primeras columnas no es una oposición. Ello se expresa en la tercera columna al hablarse de "relaciones". Como procuraremos argumentarlo, hay una dinámica de integración que explica internamente la vinculación entre la dimensión subjetiva y la objetiva de la moral. En efecto, el juicio de Dios sobre la conducta humana se hace desde la columna de la conciencia moral pero en el esfuerzo honesto, auténtico y sincero por aproximarla a la ley moral, de modo que la respuesta se oriente hacia el llamado y la persona –en definitiva– vuelva a Dios. La subjetividad no se entiende, entonces, en pugna con la objetividad sino que ambas dimensiones confluyen en una tensión dialéctica de articulación integradora. Dicho en términos filosóficos modernos, se trata de procurar una armonización kantiano-hegeliana. La presentación de polaridades no puede hacerse a costa de la integración. Distinguimos para unir.
Reconocemos que plantear un esquema dual puede clarificar la explicación desde una óptica pedagógica pero esa estructura de análisis no se hace cargo suficientemente de la compleja relación entre Dios y el ser humano, la cual procuraremos ir desvelando en las páginas siguientes. Dios, al hacerse hombre, se hace cada uno de nosotros y llega a ser todo en todos. De algún modo –difícil de expresar en términos humanos– Salvador y salvado se integran: Dios es íntimo a cada uno de nosotros. La Trascendencia se hace inmanencia para que esta vuelva a aquella.
DIOS
PERSONA HUMANA
Dios crea por amor, crea desde el amor y para el amor: Es más, nos crea como "la única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma" (GS 24). Es lo que permite decir al salmista: "Qué es el hombre para que te acuerdes de él... Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad, le diste el mando sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajo sus pies" (Sal. 8, 5-7).
Explicación: sii la salvacion de cada ser humano