• Asignatura: Geografía
  • Autor: albarokoguc
  • hace 4 años

explica la política mundial del siglo XX​

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Respuesta dada por: CGLC
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Pese a su reputación de disciplina técnica y poco emocionante, el objeto de estudio de la demografía, la población, es uno de los más complejos, polémicos, ideologizados y, por supuesto, apasionantes que puedan encontrarse (no en vano la "población" somos nosotros). Se presentan aquí pocos datos y, en su mayor parte, como anexo estadístico, pero se pretende en cambio facilitar una visión sintética e histórica de la situación demográfica mundial y, sobre todo, del modo en que ha sido analizada y comprendida, y de las políticas emprendidas a lo largo del siglo XX para modificar su evolución previsible. Como se verá, la asepsia y tecnicidad de la disciplina encubre casi siempre una amplísima concurrencia de intereses políticos y económicos que han marcado inextricablemente el desarrollo técnico, temático e institucional de la propia disciplina.

Respuesta dada por: anarendon234pest
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FILOSOFÍA

Política y economía en la revolución del siglo XX

Gabriel Tortella

Catedrático Emérito en la Universidad de Alcalá

nº 136 · abril 2008

Sheri Berman

THE PRIMACY OF POLITICS. SOCIAL DEMOCRACY AND THE MAKING OF EUROPE'S TWENTIETH CENTURY

Cambridge University Press, Nueva York -

La mayor parte de la gente instruida a quien se le pregunte nos dirá que, si hubo una revolución en el si­glo XX, ésta fue la revolución rusa o la revolución comunista. Si estos respondedores instruidos son lectores fieles de Eric Hobsbawm, la mayoría en favor de esta respuesta será abrumadora. Por fortuna, sin embargo, hay una minoría creciente que se da cuenta de lo profundamente errónea que es esta respuesta. La gran revolución del si­glo XX tuvo lugar sin que el gran público se diera apenas cuenta: la verdadera revolución del si­glo XX fue la implantación de la socialdemocracia, sobre todo en Europa, pero en realidad en todo el mundo; si no se implantó con total generalidad, sí fue casi general su aceptación como modelo a seguir y adoptar. Y hay que recordar que la palabra socialdemocracia resulta especialmente apropiada en este contexto, porque el cambio profundo que esa revolución trajo consigo tuvo lugar en la esfera política con el establecimiento general de la democracia como forma de gobierno y en la esfera socioeconómica con la generalización del Estado de bienestar, es decir, con un incremento muy sustancial del gasto público con fines asistenciales.

La revolución socialdemócrata, por tanto, fue social y fue democrática. Y ambos aspectos vinieron estrechamente enlazados: la democracia trajo consigo el acceso al poder de los partidos socialistas, y éstos introdujeron las leyes y decretos que conformaron el Estado asistencial o de bienestar. Pero la causación, a mi modo de ver, no fue unidireccional: los partidos de izquierda llevaban años, décadas, desde fines del si­glo XIX, presionando en favor del sufragio universal porque esperaban que la democracia iba a producir los resultados deseados, como en efecto así fue; y a su vez esta presión izquierdista en favor del sufragio y la democracia fue efectiva porque los trabajadores urbanos, habitantes de las ciudades, los que constituían la gran mayoría de los votantes de izquierda, eran cada vez más numerosos; y lo eran como consecuencia del desa­rro­llo económico, que durante el si­glo XIX y comienzos del XX se basó en el crecimiento industrial y causó, por tanto, el aumento del empleo en las fábricas. Al ser más numerosos, estos ciudadanos de izquierda se organizaban en partidos, sindicatos y asociaciones cuyo poder y capacidad de presión crecía. Durante la Primera Guerra Mundial el poder de estas organizaciones se hizo sentir con particular agudeza, con lo que lograron imponer sus reivindicaciones en los países europeos más importantes, como Inglaterra, Alemania, Francia e Italia, y en muchos otros. En mi opinión, si no hubiera habido guerra, el resultado habría sido el mismo, aunque la socialdemocracia habría tardado más en imponerse; pero, a la larga, las consecuencias sociales y políticas del desarrollo económico se habrían hecho sentir en todo el mundo, según ya había ocurrido en varios países periféricos como Noruega, Dinamarca, Australia y Nueva Zelanda

¿ECONOMÍA O POLÍTICA?

En las ciencias sociales ocurre característicamente que es imposible separar sectores si quiere comprenderse de manera cabal los grandes fenómenos históricos. Aunque en las universidades la Economía se estudie en unas facultades y en otras la Ciencia Política, la Sociología, la Antropología, y aun en otras la Historia, en la realidad social todos estos campos están inextricablemente mezclados. En muchos casos concretos la separación en campos académicos es conveniente por razones de método; pero nunca debe perderse de vista que el homo economicus, el homo politicus y demás homínidos son abstracciones que deben manejarse con mucho cuidado para evitar peligrosas distorsiones.

El subtítulo del libro que es objeto de este comentario ya expresa gran parte de su mensaje, un mensaje muy interesante pero que, a mi entender, insiste demasiado en esa compartimentación. Sheri Berman, profesora de Ciencia Política en la sección femenina de la neoyorquina Universidad de Columbia (Barnard College), acierta plenamente, a mi entender, en caracterizar el triunfo de la socialdemocracia como el más importante fenómeno político-social del si­glo XX. El libro se abre con la siguiente pregunta (las traducciones son mías): «En la primera mitad del si­glo XX, Europa fue la región más turbulenta del planeta [...]. En la segunda mitad estuvo entre las más plácidas, un ejemplo de armonía y prosperidad. ¿Qué cambió?». La respuesta, naturalmente, es la

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