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Respuesta:
Aceptar en las clases que no sabemos todo (ni nos las podemos saber todas), que cometemos errores y que estamos también en procesos de aprendizaje puede permitirles a los estudiantes sentirse con la confianza de aceptar los suyos, valorar contextos, establecer relaciones más parecidas a las del mundo real y pensar el conocimiento como un proceso de construcción constante.
2. Revisar cómo estamos facilitando las actividades de las clases también resulta fundamental: a quién le estamos dando la palabra, qué trabajos valoramos más, a quién estamos proporcionándole los castigos más duros, a quién tendemos a señalar, etc.
Aunque no siempre sea consciente ni intencional, valorar sistemáticamente el trabajo y las opiniones de algunos estudiantes más que los de otros y no únicamente por su calidad académica, puede corroborar ideas problemáticas como aquellas que le otorgan más capacidades a un grupo social sobre otro.