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Desde el 20 de febrero de 2002, inmediatamente después de la ruptura de las conversaciones de paz en la zona del Caguán, las Fuerzas Armadas colombianas desataron una gran ofensiva militar sobre las FARC, que venían preparando con su fortalecimiento durante el tiempo de las negociaciones. En mayo de ese año, las elecciones presidenciales le dieron el triunfo a la propuesta del candidato Álvaro Uribe de mano dura para derrotar a la guerrilla. Después de su toma de posesión, Uribe puso en marcha la política más coherente que nunca ha tenido Colombia para enfrentar la guerra con la guerra. Todos los instrumentos e instancias del Estado y el gobierno, sus finanzas, plan de desarrollo, política internacional y otros aspectos fueron subordinados al logro de ese objetivo. Hace cuatro años que está en ejecución el Plan Colombia; otros cuatro de modernización y reestructuración de las Fuerzas Armadas; tres años en los que se han gastado entre 600 y 700 millones de dólares anuales en la guerra y dos años de una ininterrumpida ofensiva militar al máximo grado que permiten la capacidad financiera y militar del país y la ayuda estadounidense. Al cabo de este tiempo, ¿cuál es la situación del conflicto? La situación puede describirse como de intensificación de los combates. La fuerza pública ha aumentado su capacidad ofensiva y profundizado sus operaciones en las zonas de retaguardia de la guerrilla, mientras las FARC continúan en un repliegue sin mucho coste en su defensiva estratégica, pues logran mantener su retaguardia y preservar a sus mandos. El lanzamiento del "Plan Patriota" a finales de abril confirma lo anterior. Se trata de "la más ambiciosa campaña militar en la historia de Colombia", con el objetivo de lanzar una ofensiva con una fuerza de hasta 17.000 hombres a las selvas más profundas con el apoyo militar, logístico y de 320 millones de dólares adicionales de EE UU. El anuncio oficial dice que se realizará en "el sur del país, donde el grupo guerrillero mantiene intacta su retaguardia" y que será "el salto estratégico que el gobierno está buscando para quebrar el equilibrio del conflicto". El general James T. Hill, jefe del Comando Sur de EE UU, ha agregado que "los militares han desarrollado un plan operativo y táctico que literalmente lleva la guerra a la parte de Colombia donde no han tenido presencia en quince o veinte años"; donde "el enemigo tiene la ventaja de haber estado por décadas con la población civil". También dice la noticia que "es tan ambicioso el Plan que fue debido a él que el gobierno de EE UU decidió pedirle a su Congreso el aumento del número máximo de militares y contratistas que se permiten en Colombia".1 La decisión del presidente Uribe de buscar su reelección en el año 2006, con el argumento de que necesita otro periodo más para terminar la guerra, es otra confirmación de que ésta aún está lejos de su final.