Nombre del conquistador de España durante los movimientos de las independencias Iberoamericanas.
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Las guerras de independencia hispanoamericanas fueron una serie de conflictos armados que se desarrollaron en las posesiones americanas del Imperio español a principios del siglo XIX, entre 1810 y 1829, en los cuales se enfrentaron el bando a favor de las independencias en una operación conjunta, también denominado patriota o revolucionario, contra el bando a favor de mantener la integridad de la Monarquía española,[6] que se conocería más tarde como realista o virreinal. Según la postura historiográfica, estos conflictos además de guerras de independencia, son considerados también guerras civiles[7][8] o bien, una combinación de diversas formas de guerras
Los movimientos independentistas de Hispanoamérica adquirieron en principio formas políticas variadas de acuerdo con las condiciones que imperaban en cada región, y todos convergen finalmente en el Estado liberal.[17] Así, una postura historiográfica dice que la emancipación hispanoamericana tiene sus raíces en la independencia de las colonias británicas de América del Norte en 1776, la Revolución francesa o la Revolución Haitiana.
El antecedente inmediato de la emancipación hispanoamericana son las abdicaciones de los reyes Borbones en 1808 ante la invasión francesa de España. Como respuesta a la entronización del rey José Bonaparte en España, entre 1808 y 1810 se instalaron juntas de gobierno que ejercieron la soberanía en nombre del abdicado rey Fernando VII, tanto en la península ibérica, como en los territorios americanos. La resistencia de las juntas americanas a someterse a todos los gobiernos formados en España, radicalizó las posiciones y llevó a la lucha armada entre realistas y patriotas. A partir de 1810 diversos movimientos americanos comenzaron a declararse autónomos del gobierno español, y más tarde, estados nacionales independientes bajo regímenes republicanos, y formaron ejércitos "patriotas" o "libertadores", entre los que destacaron los comandados por Hidalgo y Morelos en México, y las del rioplatense José de San Martín y el venezolano Simón Bolívar en América del Sur. La independencia de los nuevos estados de América se consolidó en la década de 1820, con el Trienio Liberal, derivando en la creación en México del Ejército Trigarante en 1821 y terminando en América del Sur con la destrucción del último ejército virreinal en la batalla de Ayacucho en 1824, suceso al que se suele recurrir como el fin de las grandes campañas de las guerras de independencia en América del Sur.[18][19][20] Aunque el periodo estricto de lucha militar iría desde el combate de Cotagaita (1810) hasta la batalla de Tampico (1829).[21]
Los últimos bastiones españoles son el Castillo San Felipe en Puerto Cabello hasta 1823; en San Juan de Ulúa, Veracruz hasta 1825. Por último, en enero de 1826, caen los reductos españoles del Callao y Chiloé. Solo permanecen como últimos dominios españoles las islas de Cuba y Puerto Rico, que resisten como bases de la reconquista tras los frustrados planes colombo-mexicanos de expedición conjunta para la liberación de Cuba (1820-1827).[22] El último capítulo de la guerra terminó con la tentativa de reconquista de España contra sus antiguas posesiones mexicanas en 1829, cuando la expedición de Isidro Barradas llegó a Tampico y fue derrotada por el Ejército Mexicano. Sin embargo los gobiernos independientes tuvieron que enfrentar las guerrillas realistas, por ejemplo entre 1823 y 1827 en Venezuela; entre 1822 y 1826 en Pasto, Colombia; hasta 1832 en el sur de Chile, apoyados por mapuches y pehuenches; y hasta la década de 1830, la guerrilla de Iquicha en Perú.
El reconocimiento internacional de las independencias llega desde el Reino Unido de Portugal y Brasil en primer lugar. Seguidamente los Estados Unidos, el Reino Unido y Francia establecieron relaciones comerciales con los nuevos gobiernos americanos y posteriormente reconocieron la soberanía de los nuevos estados a lo largo de la década de 1820. Sin embargo España sólo abandonó los planes de reconquista después de la muerte del rey Fernando VII, ocurrida en 1833. Las Cortes españolas renunciaron a sus posesiones en América en 1836 y autorizaron al gobierno para realizar tratados de paz y reconocimiento con todos los nuevos estados surgidos en el continente.
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