Respuestas
Respuesta:
Explicación:
En enero de 2017 se desató una encendida ola de protestas cuando desapareció la versión en español de la página en línea de la Casa Blanca. Más allá de lo que termine ocurriendo,1 se concedió un hondo valor simbólico al hecho,2 interpretado cuando menos como lo que podría llamarse renuncia al bilingüismo y al contacto. Que las lenguas son un arma arrojadiza se comprueba una y otra vez, desde el mundo antiguo al actual conflicto catalán, y aunque de cuando en cuando puedan encontrarse equivalentes sociales a la piedra Rosetta, son más comunes los shibboleth, es decir, los elementos delatores de una identidad opuesta, siempre vista como ajena y peligrosa.3 Aunque continuamente asistimos al contacto entre lenguas y dialectos (es decir, variedades de una misma lengua), en ocasiones parecemos no percatarnos, y no es raro que en más de una ocasión se desaten actitudes negativas hacia esa inmediatez.
Otro ejemplo de contacto y de conflicto lingüístico nos lo proporciona el propio medio científico, por no hablar del universo de las relaciones diplomáticas o de los negocios. Es, de nuevo, una historia de renuncia a la diversidad lingüística Hace ya años que el inglés es casi la única lengua científica en la mayoría de las disciplinas, mientras que las otras lenguas —internacionales, nacionales y locales— parecen cada vez más servir sólo como vehículo formativo. Es decir, si los manuales pueden todavía escribirse en la lengua vernácula, los artículos de investigación amenazan con ser exclusivamente en inglés. Esta diglosia tiene diferentes razones, algunas de naturaleza general, como la importancia política y económica de ciertos países y la facilidad de comunicarse en una sola lengua, pero otras más puntuales, como las decisiones de las grandes editoriales que dominan el mercado de la publicación científica. Una circunstancia muy preocupante es que se está enraizando la idea de que el inglés es, intrínsecamente, una lengua mejor dotada para la expresión del conocimiento, sinsentido que no deja de sorprender a comienzos del siglo xxi. Hasta hace poco, las ciencias sociales y las humanidades producían mucho más en lenguas diferentes al inglés, pero las fronteras se reducen cada año. Es curioso que incluso revistas bilingües dedicadas al español prefieran cada vez más que los estudios se publiquen en inglés, y que lo mismo ocurra en algunas reuniones y publicaciones de romanística. ¿Sí estaremos en los tiempos de la diversidad?
Una distinción básica es la que separa la dimensión del individuo de la propia de una comunidad de habla. Suele ser conveniente hablar de bilingüismo —o de multilingüismo— para referirse a las personas, y de contacto entre dos o más lenguas cuando se hace referencia al entorno social; más de una vez se ha anotado que ambas dimensiones pueden combinarse de diferentes modos.4 La relación entre las lenguas tiende a no ser simétrica ni en el individuo ni en la sociedad. Por ejemplo, en los mexicanos que migran a Estados Unidos, suele ocurrir que el español es la lengua dominante en los individuos de la primera generación, está en relativo equilibrio con el inglés en sus hijos y es poco conocido o sólo de conocimiento pasivo entre sus nietos; además, en el contexto general, el español en Estados Unidos tiene muchas veces el estatus de lengua étnica —es mucho simplificar describir de esta manera una de las situaciones de contacto lingüístico más estudiadas del mundo.5