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Es importante hacer notar que, la antropología cultural se encarga de estudiar las
características que la humanidad y el ser humano han creado desde los sistemas
de lenguaje, las expresiones de comportamiento, las normas, la organización, la
cultura y la religión. Si seguimos esta definición, podemos entender por qué
consideramos a la antropología cultural una disciplina de las ciencias sociales que
nos permite abordar de manera consistente la forma en que la religión ha de
encontrar canales de exteriorización y de interpretación de la realidad, ya que
debemos recordar que ésta es una creación y recreación humana que es
concebible únicamente y gracias a la sociedad misma, por lo que encontramos
que los estudios surgidos desde la visión antropológica serán los que nos
muestren las características del pensamiento religioso, así como la forma en que
éste se combina con las significaciones, símbolos y estructuras propias de las
sociedades.
La causa de la existencia del fenómeno de lo religioso ha sido siempre un punto
crucial y centro de álgidas discusiones dentro de la teoría social y la filosofía, ya
que la posible respuesta a dicho fenómeno revela características comprensivas
tanto sobre el comportamiento de la propia sociedad, como del de los individuos.
Así, podemos encontrar varias de las perspectivas que alientan el pensamiento
social, que van desde las teorías psicológicas de Freud, hasta las que defienden
las posturas más estructuralistas dentro de la teoría antropológica, por lo que
haremos un breve repaso de ellas y de sus postulados básicos.
Podemos seguir la clasificación en tres tiempos que nos propone Andrade (2003)
sobre la forma en que el pensamiento sobre lo religioso se configura desde el siglo
XIX hasta finales del siglo XX. En un primer momento se considera al
evolucionismo de Darwin, que tuvo mucha influencia dentro de toda la teoría social
y no sólo en el aspecto religioso, y que tiene representantes como Tylor y
Spencer, entre otros. En un segundo momento, que puede analizarse entre los
últimos años del siglo XIX y hasta la década de los cincuenta del siglo XX, se
encuentra la vertiente de estudios que busca encontrar las funciones sociales y
psicosociales de la religión, analizando a ésta como un elemento central de la
mente, la cultura y la sociedad. Finalmente y en un tercer momento, podemos
encontrar el periodo que va de la segunda posguerra hasta finales del siglo
pasado, en el que se concibe a los fenómenos religiosos como parte central de la
expresión cultural que se debe aceptar y comprender (63).
Dentro de los teóricos que se encontraron como parte del desarrollo de un cuerpo
teórico tan relevante como lo es el evolucionismo del siglo XIX, Spencer es
considerado como uno de los más importantes, inclusive el mismo Darwin, quien
acuñara el término evolucionismo, se consideraba un alumno de Spencer (Morris,
1995: 122). El pensamiento de Spencer puede ser catalogado como el mejor
intento logrado del siglo XIX para biologizar la historia e historizar la biología, ya
que en él se consideraba a las estructuras sociales como organismos vivos cuya
estadía en la realidad dependía de su capacidad de adaptación (Morris, 1995:
124).
En cuanto al estudio de las religiones, y congruente con la forma en que teorizó,
Spencer evidenció su estatus victoriano al considerar que las sociedades ágrafas