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Respuesta:Es paradójico que mientras más vivimos de la renta petrolera más hablamos de convertirnos en poderosos productores. El mito de la siembra del excremento satánico nos persigue irremediablemente sin que atinemos a resolver el dilema, porque no hay nada más oscurecedor para entender la dinámica económica que depender de la renta.
La renta es un derecho al que se tiene como propietario de algo que tiene un valor económico para un productor. Y así, como propietarios de algo que es útil para los demás, pasamos a tener el derecho a recibir parte de la riqueza que otros generan con ese algo.
Pero la renta no se puede realizar a menos que alguien produzca con nuestro bien, cualquiera que sea, tierra o lo que está en el subsuelo. Es a través de la producción de un tercero que podemos realizar la renta y ésta será mayor cuanto más productivo sea dicho tercero. Gracias a su productividad nosotros podremos apropiarnos una parte de la riqueza que él genere.
Entre las distorsiones que trae consigo la manera de vivir del rentista está no entender la producción. Nos parece que la renta es en sí misma una riqueza a la que, por lo demás, tenemos derecho como propietarios y no tenemos otra opción que disfrutarla.
Por eso se nos hace tan difícil convertir la renta en capacidad productiva, porque no entendemos la producción. Donde esta actitud se manifiesta más plenamente es en la gerencia pública, la cual pretende convertir renta en riqueza como por arte de magia. Así, nuestros gerentes públicos juegan a empresarios como si fuera Monopolio: “Dejaremos de ser exportadores de materias primas”, “Impulsaremos el desarrollo aguas abajo”. Y para convertir estos sueños en realidad nuestros burócratas le piden al gobierno, representante del accionista que somos todos, un pedacito de la renta para invertirlo en empresas en las que ellos se emplearán como gerentes. Y así, sin ningún riesgo empresarial ni nada que se le parezca, comienzan a jugar con nuestro dinero.
Una vez creada la empresa ya está garantizado el vivir de ella hasta el infinito, porque las empresas públicas nunca quiebran. Pueden dar pérdidas por décadas, pero siempre vendrá alguien que diagnostique que la empresa va mal por la gestión del gerente anterior, prometa una reestructuración y se enchufe él a dirigir la empresa. Así las empresas públicas son estructuras creadas para apropiarse un pedazo de la renta petrolera y no para producir.
Si no, como se explica que no hayamos cerrado hipódromos que producen pérdidas por décadas, no digo privatizarlos sino simplemente cerrarlos. Por el contrario, cambiamos la gerencia y la junta directiva, que es algo así como cambiar a los beneficiarios directos de la renta, y estos mamotretos siguen operando. Quisiera que alguien me explicara por qué un Estado revolucionario cualquiera tiene que operar hipódromos.
De otras empresas del Estado no quiero abundar, pero es una desfachatez que una empresa como Alcasa, que ha producido pérdidas por más de una década, le pida plata a los accionistas para invertir en ampliaciones, sin que medie una explicación del por qué de las pérdidas. Es conocido que empresas de la misma escala rinden beneficios en muchas partes del mundo, de modo que la ampliación no es necesaria para evitar las pérdidas.
Un tema que debería formar parte de los ejercicios de cogestión es el de la conversión de renta en producción. Construir conocimiento con los trabajadores para entender que deben constituirse en fuerza productiva y no en beneficiarios de la renta.
Explicación: