• Asignatura: Química
  • Autor: socorro482013
  • hace 9 años

¿cual es la personalidad del átomo?

Respuestas

Respuesta dada por: laurisduquef
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Una forma de explicar al alumnado la diferencia que existe en agregar o quitar protones y electrones a un átomo es a través del símil de la identidad y la personalidad. Una de las definiciones de identidad de la RAE es: “conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás.” Todos tenemos algo que nos caracteriza y nos diferencia de los demás. Es nuestra identidad, lo que somos. Por otra parte, tenemos personalidad. Popularmente la personalidad se entiende como el conjunto de actitudes y estilo de comportamiento de una persona (en realidad se trata de concepto bastante complejo). Las diferentes personalidades hacen que nos comportemos de una manera u otra. Detengámonos un momento a considerar la estructura del átomo tal como la conocemos hoy. Cada átomo está compuesto por tres clases de partículas elementales: protones, que tienen una carga eléctrica positiva; electrones, que tienen una carga eléctrica negativa; y neutrones, que no tienen ninguna carga. Los protones y los neutrones están agrupados en el núcleo, mientras que los electrones giran fuera, en torno a él. El número de protones es lo que otorga a un átomo su identidad química. Un átomo con un protón es un átomo de hidrógeno, uno con dos protones es helio, con tres protones litio y así sucesivamente siguiendo la escala. Esto es posible hacerlo con reacciones nucleares. Cada vez que añades un protón consigues un nuevo elemento, un elemento que es totalmente diferente al que tenía tan sólo un protón menos, un nuevo elemento con nuevas propiedades físicas y químicas, es decir, con una nueva identidad. Tan diferentes pueden ser que si le añadimos un protón al boro (que posee 5), que poco lo relacionamos con la vida, obtenemos carbono, que tiene 6, el elemento que sustenta toda la vida en la Tierra. Los neutrones no influyen en la identidad del átomo, pero aumentan su masa. El número de neutrones es en general el mismo que el número de protones, pero puede haber leves variaciones hacia arriba y hacia abajo. Si añades o quitas un neutrón o dos tendrás un isótopo. ¿Y si quitas o añades uno o más electrones? Como hemos dicho que la identidad viene determinada por el número de protones, si al hidrógeno le quitamos un electrón seguirá siendo hidrógeno. Pero ahora no se comportará igual que el hidrógeno neutro, es decir, cambia de personalidad. La personalidad la determina el número de electrones. Si la identidad la cambiábamos con reacciones nucleares la personalidad la podemos cambiar a través de reacciones químicas. Cuando un elemento o átomo forma parte de una molécula lo que está haciendo es compartiendo, aceptando o cediendo electrones. Por tanto, un átomo que forma parte de una molécula, aunque no cambia su identidad, cambia su personalidad. Tanto cambian que el agua es incombustible, pero los dos elementos que la componente, hidrógeno y oxígeno son dos de los elementos más amigos de la combustión que existen (en verdad, el oxígeno no es combustible en sí, solamente facilita la combustión de otras cosas. Y menos mal porque, si fuese combustible, cada vez que encendiésemos una cerilla estallaría en llamas el aire que nos rodea). El hidrógeno, por otra parte, es sumamente combustible, como demostró el dirigible Hindenburg el 6 de mayo de 1937 en Lakehurtst (Nueva Jersey), cuando se incendió de repente el hidrógeno que utilizaba como combustible y murieron a consecuencia de ello treinta y seis personas. Explosion del dirigible LZ 129 Hindenburg en 1937. ¿Y qué decir del cloro y el sodio? El sodio es uno de los elementos más inestables, y el cloro, uno de los más tóxicos. Si dejas caer un poco de sodio puro en agua, explotará con la fuerza suficiente para matarte. El cloro es aún más peligroso. Aunque útil en pequeñas concentraciones para matar microorganismos-es cloro lo que olemos en la lejía-, en cantidades mayores resulta mortal. Fue el elemento preferido para muchos de los gases venenosos de la Primera Guerra Mundial. Y como más de uno habrá comprobado con sus ojos este verano, el organismo humano no lo acepta de buen grado aunque esté diluido. Pero pon juntos estos dos elementos desagradables y, ¿qué es lo que tienes? Cloruro sódico…, es decir, sal común, ese delicioso cristal que nos da sabor a las comidas y que lo echamos de menos en el momento que falta.
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