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EL HOMBRE posee una identidad simbólica que lo particulariza respecto de los demás seres vivos: tiene nombre, tiene historia, puede teorizar y crear obras artísticas. Sin embargo, no puede vencer a la Muerte, a la que le teme como un final ineludible, aunque este destino le resulte, así y todo, fascinante.
La idea de la muerte es inherente al pensamiento humano. De acuerdo a Sócrates, "el verdadero filósofo siempre está preocupado por la muerte y el morir". Cicerón decía que "estudiar filosofía es prepararse para morir", y para Montaigne "el perpetuo trabajo de la vida es elaborar los fundamentos de la muerte".
Freud, que durante muchos años de su vida estuvo torturado por la enfermedad y la posibilidad de morir (tuvo que ser operado varias veces del maxilar superior), pensaba, no obstante, que el hombre no tiene una representación de la muerte, y que por lo tanto, no puede temer a algo que puede concebir. El temor a la muerte, sugirió, no es otra cosa que el miedo a la castración o el miedo al abandono. Creemos, sin embargo, que aunque no podamos concebir la idea de estar muertos, si podemos imaginar y temer la experiencia de morir. Más aun: podríamos decir que toda la actividad humana es, en gran medida, un modo de negar la fatal inevitabilidad de la muerte.
En resumen, el papel de la muerte es fundamental y va de la mano con el creer que hay un se superior, todo esto producto de el afán de descubrir qué hay después de la vida, al morir.
Espero que te sirva