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Las últimas tribus del Amazonas
En la selva amazónica de Perú y Brasil, mineros, rancheros y leñadores furtivos invaden los territorios ancestrales de los últimos pueblos aislados
Actualizado a 22 de agosto de 2019
Familias awá
Cuando los awá asentados –como estas cinco familias de Posto Awá– pasan tiempo en la selva, se quitan sus ropas occidentales para que los awá aislados con los que puedan toparse no los identifiquen como intrusos y los ataquen. Las mujeres montan el campamento y cuidan de los niños; los hombres harán una salida nocturna de caza con arco y flecha.
Foto: Charlie Hamilton James
Tierras divididas
Trenes de hasta tres kilómetros de largo cargados de mineral de hierro pasan con gran estruendo junto a las comunidades indígenas de Tiracambu y Posto Awá en su viaje desde la mina de hierro a cielo abierto más grande del mundo hasta el puerto atlántico de São Luís, donde el mineral se carga en barcos, muchos de los cuales ponen rumbo a China. Cuando la vía férrea se tendió en los años setenta y ochenta, dividió las tierras tradicionales
de los awá.
Una vida nómada
Un cazador awá vuelve a casa con una corzuela. A veces los cazadores ven señales de los isolados, sus hermanos aislados. Hasta un centenar de awá llevan una existencia nómada en la selva amazónica, pese a la creciente presión de los colonos y madereros furtivos.
«Leñadores», dice Tainaky. El enemigo. Tainaky, que también responde al nombre portugués de Laércio Souza Silva Guajajara, se gira hacia sus compañeros, otros cuatro hombres de la tribu indígena Guajajara que también se bajan de unas motos maltratadas. Forman un grupo variopinto: vaqueros remendados y prendas de camuflaje, gafas de aviador, bandanas para protegerse el rostro del polvo.
Aunque en tres de las cuatro reservas hay grupos aislados de awá, Arariboia es la única zona en la que todos ellos –entre 60 y 80 individuos– aún están esencialmente no contactados y viven aislados en el núcleo de la reserva. Siguen cazando con arco y flecha, recolectando miel silvestre y frutos del babasu, y dependiendo prácticamente por entero de la generosidad del bosque y de sus fuentes de agua. En su entorno no hay awá asentados que pudieran hacer de intermediarios en la eventualidad de un encuentro con forasteros.
En Maranhão los guajajaras han hecho causa común con los isolados –«los aislados»–, convencidos de que su propia supervivencia está inextricablemente entretejida con la de sus vecinos awá. «La lucha por la salvación de los awá y la lucha por la salvación de la selva son una y la misma cosa», afirma Sônia Guajajara, exdirectora ejecutiva de la Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil, que busca dar voz a los más de 300 grupos indígenas del país, y candidata a la presidencia brasileña en las elecciones de este año.
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