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El Popol Vuh ratifica esta tradición. Afirma que al llegar los cabezas de los linajes K’iche’ a Tulán Zuyua (Chichén Itzá), cada grupo recibió su dios patrono.18 Tojil, el poderoso dios del trueno, el huracán y la tormenta, asociado con el Sol, fue el dios patrono de los Kavek o K’iche’ y se convirtió en la deidad suprema de los otros grupos. Tojil otorgó al pueblo K’iche’ el precioso don del fuego y, cuando las otras tribus vieron este prodigio, de inmediato quisieron hacerlo suyo. Tojil dijo a las tribus aborígenes que si deseaban tener el beneficio del fuego, deberían aceptar el culto de Tojil y la práctica de los sacrificios humanos. Afirma el libro que la mayoría de las tribus, con excepción de los kaqchikeles, aceptaron ese tributo sangriento.