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Que la cara es el espejo del alma es un axioma comúnmente aceptado. Levantar una ceja, abrir mucho los ojos o esbozar una sonrisa pueden comunicar más sobre nuestro estado de ánimo o nuestras intenciones que un discurso entero. Algunos antropólogos creen que esas muecas faciales se aprenden del ámbito social en el que estamos inmersos, y cambian, como bien deben conocer los aficionados a los viajes exóticos para no meterse en problemas, según el entorno cultural. Fue el psicólogo Paul Ekman quien introdujo en su día una perspectiva evolutiva. Identificó seis emociones básicas universalmente reconocidas y fácilmente interpretadas con independencia del idioma o la cultura: alegría, tristeza, miedo, ira, sorpresa y asco. Podría pensarse que son innatas, producto de la evolución. Sin embargo, una nueva investigación de la Universidad de Glasgow (Escocia) afirma que son demasiadas. El equipo, que ha publicado sus conclusiones en la revista Current Biology , las reduce tan solo a cuatro.
Respuesta:
Cuando mostramos diferentes emociones se mueven algunas partes de nuestra cara como: las cejas, los ojos, la nariz, la boca y muchos otros músculos.