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Pero no fue hasta el Siglo XVIII, que el ser humano comenzó a estudiar la
posibilidad de controlar la electricidad para su propio beneficio, momento en que
aparecen por primera vez las palabras “eléctrico” y “electricidad” en un texto
científico.
Generar y controlar la electricidad, sin embargo, es muy difícil y peligroso,
por eso tuvieron que pasar un par de siglos más para que la energía eléctrica
llegara a los hogares. La generación industrial de electricidad comenzó partir del
cuarto final del siglo XIX, cuando se extendió la iluminación eléctrica de las calles
y de las viviendas. A partir de entonces, muchos productos industriales pasaron
de ser mecánicos a eléctricos. Las máquinas de coser accionadas a pedal
comenzaron a utilizar electricidad. Lo mismo sucedió con los lavarropas, las
planchas a carbón, las herramientas, los lavarropas, las lámparas, etc.
No fue uno, sino cientos de personas quienes a lo largo de la historia
estudiaron científicamente la electricidad y desarrollaron aportes fundamentales
al conocimiento sobre la misma. A medida que los productos tecnológicos
comenzaron a implementarla, se volvió de a poco, parte fundamental de la vida
hogareña y urbana de las personas.
Esto conllevó a un evidente aumento cada vez mayor de la demanda.
Televisores, radios, electrodomésticos, teléfonos, luces, heladera, medios de
transporte, herramientas, etc. Y no sólo los hogares, sino que las empresas, las
fábricas, los gobiernos y la industria toda incorporaron la electricidad.
Todos estos cambios sucedieron aproximadamente en 50 años, lo cual es
muy poco; es decir, de la vela al foquito de luz en solo unas décadas,
prácticamente en todo el planeta. La necesidad del suministro eléctrico conllevó
inversiones monumentales en desarrollo tecnológico