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Este cuento tiene como protagonista a Elena Mejías, una niña de 11 años, pequeña y delgada, además de muy silenciosa y tímida, -a tal punto que pasa desapercibida- que vive con su madre, la cual es dueña de una pensión.
Durante los primeros años de su vida había sido una niña silenciosa y timida, entretenida siempre en juegos misteriosos que hablaba sola por los rincones y se chupaba el dedo. Sus salidas eran sólo a la escuela o al mercado, no parecía interesada en el bullicioso rebaño de niños de su edad que jugaban en la calle.
Su madre era muy estricta con los pensionistas, y siempre estaba agotada con el trabajo de la casa, a tal punto que no prestaba atención a su hija, ni le dedicaba tiempo para darle cariño u otras cosas. Por lo que ella ni siquiera se percató cuando Elena empezó a cambiar.
La transformación de la niña coincidió con la llegada de Juan José Bernal, -que a pesar que no cumplía con los requisitos requeridos por la exigente madre para hospedarse allí, fue aceptado por la misma-. Con la llegada de este hombre, todo en la casa cambió, tanto las rutinas, como la actitud de la madre de Elena.
La niña se dió cuenta de que su madre cambiaba día a día. Los signos fueron perceptibles para ella desde el principio, mucho antes de que los demás habitantes de la pensión empezaran a cuchichear a sus espaldas.
Esto hizo que Elena primeramente odiara a este hombre. Pero luego, los sentimientos de Elena hacia el mismo tomaron un rumbo totalmente distinto, y comenzó su transformación.