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Me refiero a la frivolidad como motor de muchas reformas constitucionales. Un primer vistazo a las reformas constitucionales nos muestra que existen muchas diferencias entre ellas. Entre las primeras destacan reformas en donde se modifican diversos artículos como la reforma energética, la reforma penal o la reforma de derechos humanos. En otros casos, las reformas simplemente incluyen una frase o unas palabras en un artículo.
Tal es el caso de dos reformas publicadas el 17 de junio de 2014. La amplia variedad de clases y contenidos de las reformas tiene que llevarnos a revisar los procesos por los que se aprobaron. El caso de la reforma al artículo 3 constitucional por la que se suprimió la educación socialista en época de Ávila Camacho es particularmente ilustrativo. Un caso contemporáneo es el de la reforma energética.
La reforma reciente es resultado de la visión de quienes ganaron la última votación, pero dudo mucho que el debate esté cerrado. No obstante, de dicha reforma se puede decir todo menos que no ha sido discutida. En otros casos, las reformas tienen una clara línea de impulso desde la sociedad civil. En todos estos casos, el cambio constitucional parece tener vida propia y el texto reformado es continuamente interpretado y reinterpretado.
Sin embargo, existen otras reformas que tienen un desarrollo más silencioso o incluso que resultan intrascendentes. Esto ocurre especialmente en el caso de las reformas que hacen cambios muy puntuales. Cuando se analiza el proceso legislativo de este tipo de reformas puntuales lo que se encuentra es que se trata de propuestas aisladas que por una u otra razón lograron colarse para convertirse en reformas constitucionales. Los motores de este tipo de reformas son menos visibles e involucran a muchos menos actores.
Tal parece que muchos de estos casos son más producto de la ocurrencia, de la vanidad o del interés de los legisladores identificarse como los autores de una reforma constitucional. Pero al margen de las vanidades, el problema de este tipo de reformas está en reconocer que cada cambio constitucional implica mucho más que un ajuste cosmético. En realidad, la falta de previsión de los efectos de las reformas constitucionales, característica de este tipo de reformas, contribuye a generar la idea de que el texto constitucional no sólo es altamente dúctil en su texto sino también en su aplicación. Lejos de incidir en la construcción de derechos, este tipo de reformas parecen frivolizar y reducir el valor jurídico de los derechos que se pretenden reivindicar por la vía de la reforma constitucional.
Las reformas también pueden leerse en función de el tipo de cambios que incorporan al texto constitucional. De esta manera, hay reformas en donde se modifica el equilibrio entre la federación, los Estados y los municipios. Este tipo de reformas típicamente se realizan mediante la introducción de adiciones o ajustes al artículo 73. En otros casos, las reformas se ocupan de derechos.
Así hay reformas que tienen como objetivo el establecimiento de una agenda en materia de un derecho en particular. Por ejemplo, la reforma sobre transparencia. Tampoco quiero enfocarme en cuestiones normativas relacionadas con la necesidad de mantener el texto constitucional con el menor número posible de reformas. La pregunta que quiero destacar en este espacio tiene que ver con los efectos de las reformas constitucionales.
Es decir, lo que cuestiono es qué reformas han tenido éxito y cuáles han pasado prácticamente desapercibidas. La percepción inicial de una reforma es que la misma debe tener un objetivo claro y realizable. Un rápido vistazo a las reformas constitucionales en los últimos 10 años da cuenta de una diversidad de planteamientos y resultados. Pero, por el otro lado, están reformas como la que prohíbe el trabajo de menores de 15 años o la que hace obligatoria la educación media superior , cuyos alcances han sido menores.
Si comparamos las reacciones generadas con un grupo de reformas y con otro el resultado es muy llamativo. Mientras que unas reformas no sólo tuvieron importantes reacciones sino también procesos complejos de implementación otras pasaron desapercibidas y sus procesos de implementación, si los hubo, generaron más problemas que soluciones. Aparentemente, detrás de muchas reformas constitucionales hay abierta frivolidad. Efectivamente, la frivolidad que impulsa a algún legislador para impulsar un reforma y vanagloriarse de ser autor de una reforma constitucional.