3. En su expansión por el mar mediterráneo Roma se vio enfrentada a grandes enemigos como la ciudad fenicia de Cartago. En 10 renglones narra este hecho
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Durante la primera mitad del milenio I a. C. las naves fenicias surcaron sin descanso el Mediterráneo desde su lugar de origen, en la franja litoral sirio-libanesa, hasta llegar al estrecho de Gibraltar. En su momento hicieron posible un intercambio económico y cultural sin precedentes entre los pueblos de Oriente y Occidente. Para dar apoyo a sus recién estrenadas rutas crearon factorías y asentamientos a lo largo de la costa, desde Chipre hasta Cádiz, pasando por Sicilia, Cerdeña y el norte de África, que con el tiempo se convirtieron en auténticas ciudades. Cuando Fenicia decayó, una de estas colonias, Cartago, tomaría el relevo y mantendría vivo, aunque con personalidad propia, el espíritu fenicio varios siglos más.
Ciudades-estado
La costa de Canaán, en el actual Líbano, estuvo habitada desde la prehistoria, y en ella se habían formado ciudades desde muy antiguo. Los primeros restos de Biblos, por ejemplo, datan de 2700 a. C. Pero su desarrollo conoció el mayor impulso después de las violentas migraciones de los llamados Pueblos del Mar, que hacia 1200 a. C. acabaron con la civilización micénica, con epicentro en Grecia, y causaron una fuerte inestabilidad en el Mediterráneo oriental. Los supervivientes de la gran crisis resurgieron con vigor y formaron lo que se conocerá como Fenicia, nombre griego que significa país de los hombres de púrpura, en alusión al característico tinte utilizado en sus tejidos.
Los fenicios vivían en ciudades independientes y, si bien tenían en común una serie de elementos aglutinadores, como el idioma, las costumbres, la religión y la cultura, Fenicia no existía como entidad territorial y nunca constituyó un estado unificado. Las urbes fenicias a menudo estaban enfrentadas por rivalidades comerciales, y ninguna de ellas llegó a imponer su hegemonía sobre las demás. Estaban situadas en penínsulas, como Biblos y Sidón, o bien en islas, como en el caso de Tiro. Cada una de ellas poseía un territorio en tierra firme que le permitía obtener los productos de la agricultura y la ganadería necesarios para su subsistencia. Su economía, sin embargo, se basaba sobre todo en la industria y el comercio, especialmente el marítimo.
A fines del milenio II a. C., los fenicios disponían de los conocimientos necesarios para lanzarse a la navegación de grandes distancias
Políticamente, estas ciudades-estado eran monarquías hereditarias. Estaban gobernadas por un rey al que asistía un consejo de ancianos, en el que se hallaban representadas las grandes familias de la poderosa clase social mercantil. De hecho, se trataba de un régimen a medio camino entre la monarquía y la oligarquía, que contaba también con un nutrido cuerpo de funcionarios.
A diferencia de otras culturas vecinas, los fenicios nunca tuvieron la ambición de conquistar territorios y someter a otros pueblos para aumentar el poder de sus gobernantes. Por eso no se preocuparon en destacar en el terreno militar. Basaban su defensa en la ubicación de sus ciudades en lugares de difícil acceso y en la protección de sus murallas. Y respecto a sus poderosos vecinos asirios y babilonios, prefirieron, antes que luchar, pactar y convertirse en sus tributarios.
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