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Respuesta:
A partir de 1982 México entró en una fase de crisis y grandes transformaciones
cuyo balance debe emprenderse para entender qué país tenemos en víspera del
primer centenario del inicio de la Guerra de Independencia y del segundo
centenario del inicio de la Revolución. También, para reflexionar sobre las
capacidades con que cuenta México para encarar la crisis mundial y al calor de
ella redefinir las hipótesis básicas para su desarrollo y organización de la
economía y del Estado.
La conmemoración de ambos procesos, que definieron nuestro trayecto histórico
de los últimos dos siglos, nos ofrece una oportunidad para reflexionar sobre la
noción misma de proyecto o proyectos de nación, a la luz de los cambios que han
tenido lugar en nuestro país en el último cuarto de siglo y que ahora se presentan
como enormes desafíos.
La “disputa por la nación” anunciada en 19811 ha tenido lugar en un contexto
determinado por los grandes momentos de mundialización que arrancaron en los
años setenta de siglo pasado. Entonces, el orden internacional configurado en
Bretton Woods empezó a trazar una inflexión profunda que se agudizó con las
crisis petroleras y, más tarde, con la gran crisis internacional de la deuda que
asoló a América Latina y otras áreas del mundo. Con la caída del Muro de Berlín y
el subsiguiente desplome de la Unión Soviética, el planeta se asomó a la
necesidad de un nuevo orden cuyo anuncio por parte del presidente Bush después
de la Primer Guerra del Golfo parece ahora más que nada como una optimista
hipótesis de trabajo.
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