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pues busca en j y ponle lo que quieres buscar
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En un mes de agosto de hace más de diez mil años, a una pareja de enamorados les dio por cambiar un poco su manera de expresarse. Decidieron hablar con voz infantil para decirse cosas bonitas y la palabra "sí" fue sustituida rápidamente por un mimoso "chi". El tiempo fue pasando, y cada vez añadían más vocablos a su lenguaje privado. Cuando celebraron sus ocho años de noviazgo, prácticamente nadie les entendía. Era un espectáculo oírles hablar. Tantas palabras cariñosas inventadas provocaron el olvido total de su lengua materna.
Decidieron tener niños y los tuvieron. Ellos aprendieron la forma de hablar de sus padres, y los hijos de los hijos de sus hijos transmitieron a los hijos de los hijos de sus hijos este lenguaje de enamorados que surgió sin que nadie se diera cuenta.
La cursilería les arrastró e inventaron otro lenguaje cariñoso y privado. Y surgió otra civilización
Pasaron mil años, y una población formada por millones de humanos habló de forma natural un lenguaje inventado por dos novios antiguos. Se articuló una gramática y una sintaxis, con sus reglas y sus acentos. Crearon una civilización, una industria, un comercio, una religión y una ciencia poderosa. Se redactó la Constitución utilizando el lenguaje de los novios, y las teorías físicas acerca del universo y las galaxias fueron escritas en ese idioma.
Transcurrieron cinco mil años más, y otros dos enamorados decidieron cambiar nuevamente las cosas. No pudieron evitarlo. La cursilería les arrastró, fue más fuerte que ellos y rápidamente inventaron otro lenguaje cariñoso y privado, con su sintaxis propia y sus poderosas reglas gramaticales. Y surgió otra civilización. Y luego otra, y otra más, afluente de la anterior. Y así ocurrieron realmente las cosas.
Os he contado el origen de la multiplicidad de idiomas, aunque ciertos expertos tengan otras teorías más inestables. Todas las lenguas tienen en común cierta cursilería y el fuerte deseo de ser distintos a la hora de hacerse cariñitos. Todas las lenguas son, en el fondo, la misma lengua, y da igual si decimos "sí", "chí" o incluso "che".
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