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El invento de la máquina de vapor y su principal aplicación en la locomotora y el ferrocarril fueron claves en la Revolución Industrial. En este artículo tratamos sobre esta nueva tecnología pero también acerca de las circunstancias económicas y políticas que posibilitaron tanto el invento como su aplicación.
Las nuevas máquinas en las fábricas en la Revolución Industrial y en el campo, en plena Revolución Agrícola comenzaron a requerir nuevos tipos de energía. El vapor de agua se convirtió en la solución, sustituyendo a la fuerza de trabajo humano y animal, a las corrientes de agua y al viento como elementos motrices.
La máquina de vapor transformó el trabajo y la vida de los hombres. En 1712, Thomas Newcomen inventó una máquina para extraer el agua de las minas, pero fue James Watt quien perfeccionó el invento y lo patentó en 1769. Las primeras máquinas de vapor eran muy pesadas y solamente podían usarse fijas.
En 1807, el vapor se utilizó por primera vez para impulsar barcos en el río Hudson en Nueva York. Al conseguir convertir el movimiento ondulante de las máquinas de vapor en rotativo se pudo incorporar a los vehículos móviles, en la locomotora, que se convirtió en la aplicación más importante de la máquina de vapor. Se iniciaron experimentos con modelos de locomotoras movidas a vapor. Fueron George y Robert Stephenson quienes los mejoraron y consiguieron más rapidez y potencia. En el año 1814, George construyó la primera locomotora. Después de varios ensayos, el Parlamento británico autorizó en 1821 la construcción de una vía de 13 kilómetros entre Stockton y Darlington, que comenzó a funcionar en 1825. El primer ferrocarril circuló a la velocidad de 20 kilómetros por hora.
Los primeros ferrocarriles se dedicaron al transporte de mercancías, especialmente de carbón. En 1830 se inauguró la primera línea de pasajeros entre Manchester y Liverpool. De todas las maneras, a pesar de que el ferrocarril fue un gran éxito y se expandió con rapidez, generó, en su momento, una fuerte polémica porque algunos científicos y médicos consideraron que era un medio de transporte que desarrollaba una gran velocidad y que eso provocaría efectos perniciosos sobre la salud de los viajeros.
El ferrocarril ha sido uno de los inventos más decisivos de la primera Revolución Industrial. Nació por el resultado de la conjunción de una serie de factores. En primer lugar, surgió la necesidad de contar con un medio de transporte de gran capacidad, barato y rápido para trasladar el creciente volumen de mercancías y productos agrarios que se estaban generando, además del hierro y el carbón necesarios para la industria. En segundo lugar, los excedentes de capital procedentes de los beneficios generados en la agricultura, el comercio exterior y las primeras industrias necesitaban encontrar un nuevo sector para ser invertidos.
La creación de la red ferroviaria en la Gran Bretaña exigió un esfuerzo considerable: adquisición de terrenos, explanación, construcción de puentes y túneles, tendido de los raíles, construcción de estaciones, puntos de abastecimiento de carbón, etc.. El Parlamento británico participó en la regulación del sector ferroviario examinando trazados, interviniendo en las expropiaciones de terrenos arbitrando las indemnizaciones, etc. Pero no hubo un plan sistemático para la red británica y el trazado se dejó a la libre iniciativa de las compañías ferroviarias.
En conclusión, el ferrocarril absorbió capitales y abarató el transporte de mercancías y personas. Por otro lado, fue un acicate para la industria porque había que fabricar locomotoras, vagones, raíles, etc.. Tenemos que tener en cuenta que, además, el consumo de hierro, acero y carbón se disparó. Así pues, el ferrocarril fue un claro estímulo para la economía británica.