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Los escritores del Romanticismo vieron en España la muestra más lograda de éste. La península ibérica fue así considerada como prototipo de país romántico por su amplia historia, su situación atrasada y sus bandoleros y bellas mujeres.
Todo ello no dejaba de ser un monumental tópico pero lo cierto es que muchos autores de la época recorrieron Españaempapándose de sus costumbres y trasladándolas a curiosos libros de viajes. Por ella pasaron escritores como, por ejemplo,François-Réné de Chateaubriand y, sobre todo, otros muchos tomaron su historia como argumento para sus obras. Valga como ejemplo el Hernani de Víctor Hugo.
Pero, probablemente, el caso más claro de autor romántico que encontró su inspiración en tierras españolas es el del también francés Próspero Merimée (París, 1803-1870), quién ganó fama universal con su conocida Carmen, novela que relata la obsesión trágica de un militar por una sensual gitana y que sería convertida en ópera por Georges Bizet.
Uno de estos relatos es Mateo Falcone, ambientado esta vez en la isla de Córcega. El protagonista, que da título a la obra, es un brutal campesino de gatillo fácil que vive en compañía de su mujer y sus cuatro hijos. El más pequeño, Fortunato, es también el único varón y tiene tan sólo diez años.