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En el centro del jardín crecía un rosal lleno de flores. A su abrigo vivía un caracol. -¡Paciencia! ... Un año más tarde el caracol se hallaba tomando el sol casi en el mismo sitio que antes, mientras el rosal se afanaba en echar capullos y mantener la lozanía de sus rosas, siempre frescas, siempre nuevas
Espero que seas lo que esperabas
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