Ensayo sobre Rubén Dario y agusto cesar sandino por aparte el de Rubén y aparte el de Agusto cesar sandino
Pst:si no responden bien o cosas ilogicas los reportooo
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Respuesta:Sandino y Darío no son ajenos y en su propio ámbito, ambos expresan a cabalidad el inconsciente colectivo nacional. Cada uno reivindica la sangre y la cultura originaria como el fundamento de la identidad propia
Augusto C. Sandino no conoció a Rubén Darío, aunque sí Augusto Nicolás Calderón tuvo noticias de su existencia. Porque casi desde niño Rubén impregnó el ámbito nacional. Y para 1895 —año del nacimiento de Augusto Nicolás—, a sus veintiocho años, Darío ya había alcanzado una posición cimera y era ampliamente reconocido en la Península y en Nuestra América como renovador de la lengua española. Una realidad insoslayable.
Pero fue hasta sus doce años cuando Augusto Nicolás sin duda se enteró de la enorme trascendencia del poeta. Entonces, en 1907, Rubén Darío efectuó una suerte de regreso triunfal a Nicaragua —programado por el gobierno liberal de José Santos Zelaya, y con el apoyo entusiasta del liberalismo. Un hecho que conmovió al país. La bienvenida que le dio su Patria fue apoteósica, destacada por la prensa nacional desde el mismo día de su ingreso por el puerto de Corinto, al amanecer del 24 de noviembre, hasta su partida de regreso a Europa el 3 de abril de 1908.
Cuatro meses y medio duró la estadía del Poeta en Nicaragua, celebrada y publicitada en forma cotidiana por la prensa. Mil veces repetida en los corrillos políticos, intelectuales, sociales. Magnificando siempre las crónicas periodísticas, y no pocas veces haciendo alardes del conocimiento y hasta de la relación personal con el ilustre compatriota. Fue una saga que mantuvo en vilo a la opinión pública nacional. A nivel de campaña de expectación.
Durante todo ese tiempo solo se hablaba de Rubén y de sus éxitos universales. Sí, de Rubén, familiarmente, sin duda desde entonces paradigma del ser nacional. Un deslumbrante encuentro con la identidad propia. Más bien una súbita concienciación de esa identidad que todos presentían desde antaño, arraigada en el inconsciente colectivo nicaragüense.
Pero hubo un momento a lo largo de esa saga cotidiana que también invadió a los llamados pueblos blancos de Nicaragua, incluido Niquinohomo, la ciudad natal de Augusto Nicolás. Fue el día del colosal recibimiento a Rubén en Masaya, adonde llega el 6 de diciembre del mismo año 1907.
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Augusto C. Sandino frente al Poeta
La muerte de Darío produjo una reacción antidariana, muy publicitada, entre poetas jóvenes de América y de España, y también de Nicaragua, que cobró una suerte de expresión académica entre 1925 y 1930. Todos ellos conservadores, reaccionarios hasta su muerte, excepto el nicaragüense José Coronel Urtecho. Acusaban a Rubén de todo, desde afrancesado hasta elitista afectado, más preocupado por el oropel que por la realidad, enajenado.
El problema —así hay que calificarlo— es que al antidarianismo se dio alrededor del Poeta y no del pensador, que también lo fue Rubén. Una característica rubendariana entonces desconocida, que solo empieza a reivindicarse muy tardíamente por los intelectuales de la región. Y por los nicaragüenses en la década de los ochenta del siglo pasado, en ocasión de la inmensa explosión cultural que produjo la Revolución Sandinista.
Este feroz movimiento contra el Poeta prolongó por muchos años su anunciado encuentro con las multitudes, incluido Augusto C. Sandino, el recién nacido personaje histórico nacional. Coincide, en efecto, con la transformación de Augusto Nicolás Calderón en Augusto C. Sandino, en 1921, cuando decide abandonar Niquinohomo, cambiando su propia identidad. Entonces se traslada a la Costa Caribe de Nicaragua, para ponerse a buen recaudo de la venganza y quizás de la justicia, después de herir de bala a un contrincante.
Es decir, coincide el antidarianismo con el periplo de Sandino por la costa Caribe de Centroamérica y México, entre 1921 y 1926, sus años formativos. Y por supuesto con su integración a la Guerra Constitucionalista, de Nicaragua, en mayo de 1926.
Darío y Sandino
Sin Saberlo, entonces, Augusto C. Sandino reivindica el pensamiento político-social de Rubén Darío. Y si éste hubiera sido posterior a Sandino también hubiese reivindicado su pensamiento. Porque ambos son la máxima expresión de la identidad nacional.
Explicación: