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Respuesta:
espero que sea ese feliz tarde
Respuesta:
En la gran mayoría de las ocasiones, se proclama y se aboga por una subjetividad moral para estar libre de cumplir con las responsabilidades morales que conlleva una moralidad objetiva. Me explico: si yo soy el que decide qué es lo bueno y qué es lo malo, pues tengo la libertad de decidir lo que me conviene.
La subjetividad moral – en cierto sentido – le da libertad al individuo a definir por sí mismo qué es lo que está bien y qué es lo que está mal. Como cada cual tendría una percepción diferente de lo que es bien o mal (aunque en algunas cosas estén de acuerdo), el bien y el mal dejan de existir, como tal. Sólo existen lo que es bien o mal para tí y a eso se le conoce como preferencia.
Si pasas por un lago y ves a un niño ahogándose, ¿qué harías? Lo bueno del relativismo moral es que no hay una contestación correcta. Si decides seguir caminando y el niño muere ahogado, nadie puede decir que lo que hiciste estuvo mal. Sencillamente no era tu preferencia hacerlo y no tienes ninguna obligación moral para hacerlo – porque eso fue lo que decidiste. Ahora, lo opuesto también es cierto. Si decides rescatar al niño, nadie puede decir que lo que hiciste estuvo bien – porque esa definición de bien o mal no existe.
Explicación:
Llevemos la subjetividad moral a sus consecuencias lógicas. Creo que podremos tener un marco certero de qué tipo de persona se puede esperar que cumpla estas ideologías. Interesantemente, las personas que abogan por la subjetividad moral sólo piensan en lo que los hace feliz, les trae placer, y otras cosas semejantes. Por ejemplo, se ayuda a otra persona porque me hace sentir bien hacerlo, no porque es lo correcto. Porque “lo correcto” ya sería un jucio moral que implica una moralidad objetiva. El otro lado también es cierto. Si mato a otra persona es porque me hace sentir bien (o me beneficio de ello), no porque está correcto.