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23:1-12 Los escribas y fariseos explican la ley de Moisés, y se hacen cumplir la obediencia a ella. Se les acusa de hipocresía en la religión. Sólo podemos juzgar de acuerdo a la apariencia externa; pero Dios escudriña el corazón. Hicieron filacterias. Estos eran los rollos de papel o pergamino, en el que se escribieron los cuatro párrafos de la ley, para ser usados en la frente y los brazos, Ex 13:2-10 dejaron; 13:11-16; De 6:4-9; 11:13-21. Hicieron estas filacterias amplio, para que pudieran ser considerados más celosos de la ley que otros. Dios designó a los Judios para hacer flecos sobre sus vestiduras, Nu 15:38, para recordarles de su ser un pueblo peculiar; pero los fariseos les hizo más grande que la común, como si fueran de ese modo más religiosos que otros. El orgullo era el niño mimado, reinando el pecado de los fariseos, el pecado que más fácilmente los aquejan y que nuestro Señor Jesús toma todas las ocasiones para hablar en contra. Para el que es enseñado en la palabra para dar sentido a lo que enseña, es encomiable; sino para aquel que enseña, a exigir que, para ser hinchado con él, es pecaminoso. ¿Cuánto cuesta todo esto en contra del espíritu del cristianismo! El discípulo coherente de Cristo se duele al ser puesto en los lugares principales. Pero, ¿quién que mira a su alrededor en la iglesia visible, pensaría que esto era el espíritu requiere? Es evidente que alguna medida de este espíritu anticristiano prevalece en toda sociedad religiosa, y en cada uno de nuestros corazones.