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Las semejanzas entre mediación y psicoterapia
Para tener una mejor comprensión de los aspectos que diferencian a ambas disciplinas, se hace preciso considerar sus aspectos comunes. Así, tomando como referencia el tratamiento del conflicto de familia, habría dos planos de intervención: la terapia familiar y la mediación familiar. En cada uno de ellos, el rol del profesional (psicoterapeuta y mediador) es facilitar la comunicación. Cada de estos contextos desarrolla su particular proceso de intervención.
A simple vista, tanto cuando intervenimos haciendo terapia familiar como cuando intervenimos haciendo mediación familiar, estamos trabajando con parte o la totalidad de los integrantes del grupo familiar, con el que a priori parece compartirse también un mismo objetivo: favorecer el bienestar de sus miembros. Cada una de estas intervenciones se lleva a cabo en un marco de confidencialidad y emplea un conjunto de técnicas y herramientas para alcanzar sus objetivos.
Ajustando un poco más la mirada, el enfoque terapéutico (terapia o psicoterapia familiar), aborda dos cuestiones fundamentales: el tratamiento de los desórdenes emocionales. Trabaja con un grupo natural primario, la familia, y en este ámbito de intervención, la familia es vista como un “todo-sistema”. Según esto, su objetivo sería restablecer la salud y crear una nueva manera de conceptualizar la relación con el entorno.
Por su parte, el enfoque mediacional aborda el procedimiento voluntario de gestión de conflictos, en el que las partes solicitan la intervención de un mediador/a, que ha de ser profesional, imparcial, objetivo y neutral. Trabaja con grupos de personas sin capacidad para tomar libremente decisiones acerca de cómo relacionarse con el resto del grupo, e interviene con todos o algunos miembros de la familia, según el tipo de conflicto
.Las diferencias
La terapia tiene como objetivo específico la mejora de la salud, favorecer el bienestar psicológico y contribuir a la mejora de las relaciones. La mediación busca mejorar la comunicación, favoreciendo la resolución de las diferencias generando soluciones a las mimas, y alcanzar un acuerdo entre las partes en conflicto. Y a su vez, sin estar contemplado entre sus objetivos, la mediación tiene un “efecto terapéutico”, desde el momento en que se facilita la expresión y gestión emocional.
En el proceso de mediación, el mediador/a, interviene gestionando las emociones, al objeto que estas no actúen interfiriendo la comunicación, favoreciendo así la búsqueda de alternativas y soluciones que puedan culminar en un acuerdo consensuado por las partes en conflicto. Desde el momento en que en el proceso de mediación favorecemos el desahogo emocional, estamos facilitando un “efecto terapéutico” en las personas. Pero este no es el objetivo último de este tipo de intervención.
Por otro lado, la mediación es un proceso estructurado, a priori centrado en una tarea: encontrar la solución a una serie de aspectos en disputa, consensuar un acuerdo en forma de documento escrito. Este documento, puede alcanzar un “carácter legal” o “cuasi-legal”, dirimiendo y consensuando acuerdos legales y emocionales.
En mediación trabajamos con personas, con su relación, con su problema. Esto lleva a considerar una estructura de intervención abierta y fluida, en que la flexibilidad es el eje sustentador del proceso facilitando con ello trabajar las emociones y sentimientos, su aireación, e identificación, permitirán la definición del problema y una más adecuada comprensión del conflicto psicológico.