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1 Alivia la ansiedad y el estrés. El magnesio presente en el agua salada contribuye al tratamiento de los trastornos nerviosos y tiene un efecto relajante casi inmediato. Por otro lado, el color azul aporta serenidad a tu mente, la experiencia de la brisa calma el sistema nervioso, la arena actúa sobre las terminaciones nerviosas de la planta del pie y si estás en una playa sin bullicio, podrás serenarte escuchando el sonido de las olas al romper en la orilla. ¡Es todo un spa!
2 Los baños de mar en un día soleado activan la producción de vitamina D, que protege de la osteoporosis y de algunas enfermedades autoinmunes. Además, la luz solar aumenta la producción de endorfinas, que incrementan la sensación de bienestar.
El mar es un potente exfoliante que actúa directamente sobre la piel y acelera algunos procesos de cicatrización. A los pacientes con psoriasis les ayuda a disminuir el picor y a descamar las partes afectadas. También tiene propiedades antiinflamatorias. Sin embargo, en casos de quemaduras y dermatitis, es recomendable consultar al médico, porque el mar puede irritar.
Los minerales presentes en el mar son un lubricante natural para la piel. Tienen un efecto nutritivo y reparador.
El movimiento de las olas contra el cuerpo estimula la circulación y masajea los músculos, aliviando las tensiones y calambres. Por estas mismas razones meterse en el mar también es útil si padeces insomnio. Te ayudará a relajarte y a dormir como un bebé.
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