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Respuesta:
Cuestionarse el sentido de la vida nos lleva a interrogarnos sobre el objetivo y el significado de la vida, o de la existencia más en general, o del Universo, de manera que surgen preguntas como ¿Por qué estamos aquí? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? A lo largo de la historia, y en todas las civilizaciones, gran número de personas se han ocupado de este tema; ha habido especulación filosófica, científica, teológica, y se han hallado respuestas diversas, incluso contradictorias, según los fundamentos culturales e ideológicos de cada sociedad.
El sentido de la vida está profundamente mezclado con las concepciones filosóficas y religiosas de la existencia, la conciencia y la felicidad, y afecta a muchas otras cuestiones tales como el significado simbólico, la ontología, el valor, el propósito, la ética, el bien y el mal, el libre albedrío, las concepciones de Dios, la existencia de Dios, el alma y el más allá. También desde el Humanismo y la literatura son amplias las aportaciones y reflexiones sobre estas cuestiones.
Las contribuciones científicas son más indirectas; mediante la descripción de los hechos empíricos sobre el universo, la ciencia ofrece un contexto y establece los parámetros para las conversaciones sobre temas relacionados. Una alternativa centrada en el ser humano en sí mismo, alejada de las concepciones religiosas o más globales, es la pregunta «¿Cuál es el significado de mi vida?». El valor de la cuestión relativa a la finalidad de la vida puede coincidir con la consecución de la realidad última, o un sentimiento de unidad, o una sensación de lo sagrado. Aunque aquí volvemos al campo religioso. Sin embargo, esta reflexión ético-filosófica-religiosa puede llevar a la realización de la inutilidad misma de la vida o al menos de la reflexión sobre el sentido de esta. Un buen ejemplo de este tipo de respuestas las encontramos entre los autores pertenecientes al Nihilismo, corriente que toma como base la negación de uno o más de los supuestos sentidos de la vida.
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